XXXVII

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Miedo...

Era una emoción que los cazadores se les tenía prohibido que sintieran pues, al más pequeño titubeo todo se iría al caño. Sin embargo, eso no le impedía ver la magnitud del riesgo que estaba corriendo con cada minutos que pasaba en la nación de la niebla.

Apenas el sol volvió a aparecer, tomó sus maletas, a sus sirvientes y salió lo más rápido que pudo del hotel donde estaba. Partieron con un rumbo incierto, lo único que sabía era que debía alejarse de Londres para poder buscar tranquilamente un barco que la llevase de vuelta a la nación francesa.

-- Quiero que vayan e investiguen los horarios de las embarcaciones. Si pueden encontrar uno para hoy en la noche o mañana aparten tres boletos.

-- Si señora.

Los dos jóvenes sirvientes se alejan de la oficina postal con una bolsa de dinero que Grell les ha dado para su petición, ella estaba exhausta, si bien la parada en la oficina de correos había sido para que sus empleados pudieran conseguir caballos y llegar más rápido a puerto, otra razón había sido la mala condición de la pelirroja.

Se veía pálida, cansada, parecía que en cualquier momento iba a sucumbir debido al estrés pero no lo hacía. Pese a sentirse casi moribunda tenía bien presente de que no podía detenerse demasiado tiempo, así que, juntando un poco más de su fuerza se volvió a subir a la carroza para seguir con su búsqueda de un alojamiento.

Ahora que sabía que Sebastian andaba tras sus pasos, ya no podía quedarse más en los hoteles lujosos ni en las elegantes posadas que frecuentaba, pues esos serían los primeros lugares en los que el sacerdote buscaría. Era tiempo de buscar los pueblos aledaños, los barrios de bajo perfil que ella sabía muy bien eran horrendos para Sebastian.

Finalmente encontró lo que buscaba: Un hotel pequeño, para estadías de una sola noche ubicado en los límites del East End, casi podía oler el barrio Bethnal Green desde ahí y eso no le agradaba nada pero se consolaba pensando que solo tenía que aguantar ahí una noche y ya.

Pidió una habitación y rápidamente se encerró en ella, el lugar era rústico, no era insalubre como lo eran los barrios bajos como Whitecapel pero tampoco era una suite. Sin embargo, lo mejor era quedarse ahí a estar afuera y llamar la atención de algún malviviente, no estaba de humor para tener una pelea callejera.

De hecho, lo único que quería por el momento era asearse, cambiarse de ropa y tal vez dormir por lo menos un par de horas antes de saber a que horas se irían. Una vez que tomó una muy breve ducha y cambió su vestido por uno más sencillo, decidió recostarse en la cama a ver si podía conciliar sueño y para su suerte así fue, no tuvo que esperar ni 15 minutos para caer profundamente dormida...

A pesar de tener sus ojos abiertos, la oscuridad que la rodeaba era tan profunda que no alcanzaba a distinguir nada de lo que estaba a su alrededor. Intentó ponerse en pie para averiguar en donde estaba pero al hacerlo solo se fue de bruces al suelo: Tanto sus pies como manos estaban unidos por grilletes de metal oxidado.

-- ¿Pero qué... ? -- Apenas se estaba recuperando del golpe cuando una ráfaga de fuego le rozó la cara.

Entonces cuando la llama estuvo encendida vio que no era la única en la habitación: Ahí, colgando de sus muñecas se encontraba un moribundo William que apenas y pudo levantar su mirada para verla. En eso, sus cadenas empezaron a moverse lentamente, levantando el herido cuerpo sobre la fogata y dejándolo suspendido ahí.

-- Will...

-- Sutcliff...

Apenas había pronunciado esa palabra cuando los grilletes se abrieron, dejando caer al pelinegro sobre la brasa que empezó a consumir su piel y sus músculos en medio de gritos de agonía. Gritos que fueron acompañados por los de Grell al ver como su amado se quemaba frente a sus ojos y ella no podía hacer nada para evitarlo...

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora