XXXIV

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-- ¿Cómo sigue?

-- Calmado, parece que ya se durmió.

-- Pues me alegra porque alguien me debe una explicación.

Eso fue lo único que dijo la pelirroja antes de ir a la "biblioteca" a paso acelerado y encerrarse en ella, claro, no sin antes azotar la puerta con tanta fuerza que el estruendo se escuchó en toda la casa. Eric bajó la mirada con una vergüenza rara en él, de haber sabido que Alan se iba a poner tan mal con los fuegos artificiales jamás lo hubiera llevado a Francia.

-- Iré a hablar con ella -- Soltó William de repente -- Puedes llevarte a Humphries al cuarto de huéspedes, supongo que será mejor que dejarlo dormido en el sofá.

Eric asintió, después de todo aunque quisiera ayudar al pelinegro a salir del problema que tenía con su esposa su prioridad era Alan en ese momento. Lo cargó con suavidad y lo llevó al cuarto de huéspedes para que durmiera mejor, lo último que vio de William fue como entraba en silencio a la biblioteca.

Ahí adentro el ruido era menor que afuera y casi no había luz, lo único que iluminaba el lugar eran un par de velas y unos pequeños candelabros que colgaban del techo. Esa área que fue modificada para ser un espacio seguro para el pelinegro ahora se había convertido en una zona de peligro con la furiosa pelirroja esperando por él.

-- Entonces, Alan es un hombre lobo -- Dijo ella al ver a entrar a William en la habitación -- ¿¡Por qué lo trajeron aquí sin decirme nada antes?! ¡Eso fue demasiado peligroso! ¿¡Qué hubiera pasado si se escapaba de la casa?!

-- Slingby y yo hubiéramos ido tras él.

-- Ajá, como si las personas de aquí estuvieran acostumbradas a ver lobos y sombras corriendo por las calles -- Grell entonces empezó a caminar en pequeños círculos para detenerse dándole la espalda a William -- ¿Sabes? Es chistoso que tú, que eres quién más dice que debemos guardar las apariencias hubieras hecho algo tan arriesgado.

Entonces nuevamente se volteó a verlo, los ojos de la pelirroja reflejaban enojo, sí, pero también había un cierto grado de tristeza, incluso de decepción que se hacía cada vez más notorio conforme se acercaba a William, quién a pesar de eso no se había inmutado para nada, ni siquiera cuando las manos de la dama se posaron sobre las solapas de su traje se mostró inquieto.

-- Hay algo más, ¿No es así? -- Murmuró ella con debilidad -- ¿Qué es? Mírame a los ojos y dime que es.

--... No hay nada más.

Grell solo apretó los dientes al mismo tiempo que su agarre, la sombra de la decepción se había incrementado junto con la de la tristeza, tanto que incluso un par de lágrimas amenazaban con salir de sus ojos esmeralda.

-- ¡No me mientas William, que sabes muy bien que eso no se te da! -- Le gritó con desesperación -- Me ocultas algo, algo importante... ¿¡Por qué no quieres decírmelo?!

Finalmente, una lágrima se resbaló por el rabillo de su ojo izquierdo. Sin embargo, el recorrido de aquella gota fue interrumpido por la mano del pelinegro que con una suave caricia la secó. Acto seguido, tomó las muñecas de Grell con ambas manos y con cuidado la separó de su traje, suspirando un poco durante el proceso.

-- Sutcliff, tu mejor que nade sabes lo que significa guardar un secreto por un bien mayor -- Contestó con un ligero murmullo antes de alejarse de ella -- Es tarde, Humphries ya por fin esta dormido así que puedes descansar tu también.

Eso fue todo lo que dijo, nada más y nada menos. Grell apenas podía creer que eso fuera todo lo que William tuviera para decirle y eso, eso le picaba no solo en su orgullo como dama sino como su orgullo como persona en sí.

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora