XXXII

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Los humanos son criaturas bastante extrañas: Se creen dueños de la tierra, de los mares, de todo animal y ser vivo que sea inferior a ellos tanto que a veces llegan al extremo de creerse dueños de otros seres humanos.

Esta idea, o mejor dicho, esa naturaleza altanera y egoísta es como una plaga, una que una vez que llega se expande discretamente empezando a infectar a todo aquel que cumpla las condiciones para ser infectado. ¿Cuál es esta condición? Bueno, sencillo: A la plaga le gusta el poder, la riqueza, la mente de un joven líder es el terreno perfecto para que pueda expandirse y florecer.

Cuando la mente de un líder se corrompe solo quedan dos opciones: Obedecer las órdenes del enfermo hasta que estás lleven a sus subordinados a un laberinto sin salida o rebelarse contra él. La Orden del Fénix al ser una organización cuyos principios se basaban en la obediencia y la fe, rebelarse contra los mandatos de su sacerdote en jefe jamás fue una opción.

-- ¡AYUDA POR FAVOR! ¡ME ESTOY QUEMANDO!

-- ¡ME QUEMO! ¡ME QUEMO!

Esos y otros gritos desesperados se escuchaban en una pequeña comunidad al sur de Venecia, desde hace días se habían reportado presencia de gitanos en ese pueblo y eso era algo que la Orden no podía permitir y menos estando en el país donde su autoridad suprema residía.

-- Atrapen a los fugitivos y preparenlos para ir a Roma -- Ordenó Sebastián quién montaba a caballo para poder desplazarse entre el caos y la ruina.

-- Pero señor... -- Sugirió en voz baja un joven aprendiz que veía con ojos de horror aquel grotesco espectáculo.

-- No esta a discusión -- Interrumpió Sebastian -- Solo obedezcan.

El aprendiz y los demás hombres que estaban ahí solo bajaron la mirada, mientras que Michaelis la levantaba orgulloso de lo que hacía. Después de todas las "dificultades" que habían sucedido en los últimos meses, la sensación de control era reconfortante para su retorcida mente.

Ahora, sin la amenaza del vampiro fugitivo, la escoria pelirroja y el doctor desviado ya solo tenía un solo propósito: Controlar toda situación que se le atravesara de ahora en adelante, no iba a tolerar más traiciones ni faltas a la Orden, ni siquiera retrasos como los de Sascha y Rudgar que seguían sin reportarse a pesar de haber concluido su misión desde hace meses.

Pero ese ya sería su problema cuando se presentaran, por ahora debía enfocarse en su tarea de "limpiar" los alrededores de Italia.

Ese era su único propósito ahora...

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PARÍS, FRANCIA
24 DE DICIEMBRE

Nochebuena, posiblemente la noche más ocupada del año después de la noche de año nuevo. En la capital parisina que de por sí ya era agitada se respira el aire de fiesta y alegría, cientos de personas van de acá para allá comprando regalos, buscando carruajes que los lleven a sus casas o a las fiestas de Navidad de sus conocidos.

Las fiestas decembrinas son la oportunidad perfecta para los aristócratas de relajarse un poco y, si tenían buena suerte, de crear nuevas "amistades" que les trajeran beneficios económicos durante el próximo año. Justo en una de las casonas del centro de la ciudad una de estas fiestas estaba teniendo lugar, las personas más adineradas de la comarca se estaban reuniendo con el único fin de celebrar y por supuesto, crear nuevas alianzas.

Entre todos esos vehículos hay uno en particular que llama la atención: De él desciende una dama vestida con un hermoso vestido carmesí y ligeros detalles en encaje de color negro que cubren parte de su falda, de su cuello cuelga un collar de oro y pequeños rubíes, rubíes tan rojos como los de su cabello que va bellamente recogido en un rodete que deja libre un par de mechones rizados.

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora