XXXIII

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31 DE DICIEMBRE

No ha pasado ni una semana desde la Navidad y nuevamente las calles están abarrotadas a más no poder. Muchas personas celebran haber vivido un año más, incluso algunas planean salir de la ciudad para iniciar el año en algún lugar diferente.

Sin embargo, en la casa del matrimonio Spears se respiraba un ambiente ligeramente más tranquilo que en el de las calles, festivo obviamente, pero no en exageración como el de afuera. Pese a eso, Grell se paseaba feliz de arriba a abajo con una hermosa bata carmesí de terciopelo ya que, después de todo, todavía tenía horas para arreglarse para la noche.

-- ¿Segura que estás conforme con esto? Bien podrías ir con tu amiga a celebrar año nuevo... -- Dijo William viendo desde lo alto de las escaleras a los sirvientes apurados en terminar sus deberes.

-- No, no, las fiestas de ella son demasiado aburridas si soy honesta -- Contestó Grell antes de recargar su cabeza contra el hombro del pelinegro y sonreír -- Además, conozco a alguien que le tiene pánico a los fuegos artificiales y no puedo dejarlo solito~

-- No les tengo pánico -- Interrumpió él con un muy leve sonrojo -- Me estresa el ruido y lo sabes.

-- Sí, sí lo sé -- La pelirroja rió por lo bajo antes de separarse de su lado y darle un breve beso en la mejilla -- Iré a ver que todo este listo para la noche, no quiero que nuestros invitados se lleven una mala impresión.

Y con eso Grell corrió escaleras abajo al recibidor, provocando en William un suspiro de resignación seguido de una muy leve sonrisa. Debía admitirlo, ver a la pelirroja corriendo entusiasmada por la pequeña reunión que iban a tener en la tarde le era en cierto grado tierno, además, mientras ella estaba ocupada con los preparativos él podía concentrarse en otros asuntos.

El pelinegro se dirigió entonces a su despacho ubicado en el segundo piso de la casona y se encerró ahí. Después se sentó detrás de su amplio escritorio de caoba para empezar a buscar algo entre los cajones, por suerte, después de un par de minutos de búsqueda encontró lo que quería: Un sobre amarillo que, a juzgar por su apariencia, no podía almacenar ya nada más.

William empezó a revisar cuidadosamente el contenido de dicho sobre: Los documentos que habían usado para vivir en Francia, una propuesta de una propiedad en venta en Londres y varias cartas de aspecto amarillento debido a la antigüedad que tienen.

Esas cartas son de hace ya una década atrás, de cuando William contactó a Eric para proponerle una alianza con los hombres lobo: Dicha alianza seguía en pie, sus minas en Rumania eran trabajadas exclusivamente por hombres lobo, lo cuál les dio una excusa y los recursos para formar una aldea propia y dejar de vivir de manera clandestina en el bosque. Era una comunidad pequeña, pero era suya y para todo aquel hombre lobo que deseara establecerse.

Pero ese acto aparentemente desinteresado en realidad tenía otro matiz de fondo, no era por placer que William iba cada dos meses a esa aldea que al menos para él olía terrible, por supuesto que no, él iba para atender asuntos con su líder y con la que todavía representaba la máxima autoridad del lugar: La señorita Lady Sullivan quién ya era toda una dama de 22 años de edad, solo ella tenía lo que él necesitaba y esperaba poder conseguirlo a mediados del siguiente año.

Escucha algo afuera y rápidamente guarda los documentos de nuevo en el cajón, apenas lo estaba cerrando cuando la pelirroja abrió la puerta de una manera un tanto escandalosa.

-- ¡Wiru~! -- Canturrea ella al abrir la puerta de la oficina de par en par.

-- Por enésima vez Grell, toca la puerta antes de entrar -- Regaña William antes de suspirar resignado -- ¿Qué quieres ahora?

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora