XXXVI

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-- ¿Estás listo?

--... Estoy listo. 

Lady Sullivan hace una pequeña seña a uno de los sirvientes para que levante la cortina del ventanal para dar paso al sol. William entonces se quita uno de sus guantes y lentamente pone su mano desnuda bajo los rayos solares.

Funciona, el sol en la mano de William es como una cálida caricia. Sin embargo, al cabo de un par de segundos la agradable sensación se transforma en un ardor insoportable, la piel de William se quiebra y se torna de un color rojo vivo que hace que el pelinegro suelte un grito de dolor.

-- ¡CIERREN LAS CORTINAS YA!

La orden de Sullivan es obedecida al instante, una vez que la cortina se cierra la piel de William vuelve a tomar su tono pálido de siempre, sin embargo, la sensación de escozor  sigue permaneciendo en su mano hasta el punto en que volver a ponerse el guante duele.

-- Sigue fallando... -- La joven dama suspira -- Aunque al menos soportaste el sol por un rato más.

William no contesta nada, para la joven esto era un avance pero para él no significaba nada un intento a medias como ese, necesitaba un antídoto que fuera efectivo para su condición.

Mientras ella se queda hablando con Alan a especular que era lo que había salido mal esta vez, él sale de la habitación para tomar un respiro. Han pasado dos meses de intentos, de estudios y parecía que nada iba a funcionar.

Para empeorar la situación, la comunicación con Grell ha sido deficiente. Durante esos dos meses solo ha recibido cuatro cartas, en la primera le explicaba que estaba en Londres y que cada cierto tiempo iba a cambiar su lugar de hospedaje para no llamar tanto la atención, eso no le pareció y fue lo que le hizo saber en su primera respuesta, la tercera y la cuarta se la pasaron discutiendo, la última que había recibido hace unos días finalmente era el final de la discusión que William desafortunadamente perdió, al final del día, si eso era lo que Grell quería no tenía derecho a intervenir en eso.

Al menos en ese aspecto, él no podía intervenir.

-- Adelante -- Dice William cuando alguien toca a su puerta. Un ligero bufido se le escapa al ver que era Eric -- ¿Sucede algo Slingby?

-- Nada, solo vengo a asegurarme de que no rompas nada. Tienes cara de que quieres destruir todo -- William no contesta -- Vamos Spears, que yo sepa los cazadores no se rinden con tanta facilidad.

-- Ya no soy un cazador y jamás lo volveré a ser.

-- Pues no, si lo haces de seguro te quemas antes de lograr matar algo -- William frunce el seño mientras Eric ríe un poco por su expresión -- Bueno esta bien, dios mío, te has vuelto más amargado de lo normal.

-- Por si no lo ha notado Slingby, mi situación no es ningún asunto de risa -- Reprocha William sintiendo el escozor en su piel -- Cada día que pasa, es un día en que la empresa se retrasa. Si bien he podido trabajar desde aquí, es en Francia donde están la mayoría de mis sucursales.

-- Y dónde tienes tu nidito de amor con la roja -- Él le guiña un ojo de manera burlona al vampiro que nuevamente se ha quedado callado -- No engañas a nadie Spears, dices que te preocupan tus negocios pero en el fondo solo quieres ir con tu "esposa".

--... Ella tiene mejores habilidades para el comercio que yo -- Dice él con un tono de voz algo sombrío -- A pesar de eso, sabes que no es conveniente que ella este cerca de mí.

-- Ya sé, ya sé, porque ella es humana y tu estás enloqueciendo -- Contesta Eric antes de suspirar con hartazgo -- ¿Por qué no solo la conviertes en una chupasangre y ya? Así le ahorrarías el trabajo a Sullivan y a Alan.

El Secreto ~Grelliam AU~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora