Capítulo 37: Día de Paseo

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Al día siguiente, por la mañana, Diddy y Dixie se despidieron del profesor y, al poco tiempo, estaban dirigiéndose rumbo a visitar a sus nuevos amigos. Aún no sabían cómo pasó todo en un solo día, pero estaban emocionados de haber conocido nuevos kongs de su edad.

Al llegar hasta la casa de ellos, subieron. Lo primero que harían era llamar a la puerta, pero se detuvieron al descubrir que esta se hallaba abierta de par en par. Se acercaron a mirar por dentro de la casa, pero por alguna razón... no había nadie.

—¿A dónde se habrán ido? —cuestionó Dixie observando hacia dentro de la casa.

—Oh, no. ¿Y si ese gorila malo del que hablaban se los llevó? —dijo Diddy con preocupación.

—No lo creo, a lo mejor solo salieron a comer o algo —especuló Dixie—. ¿Por qué no regresamos más tarde?

Diddy y Dixie buscaron alrededor de la casa, pero no había rastro de ninguno de los cuatro. Ambos empezaron a preocuparse un poco y temían que algo malo les haya pasado, puesto que ni siquiera habían dejado la puerta cerrada. Pero no querían todavía ponerse a pensar en lo peor, así que decidieron irse.

Ambos se dirigieron de nuevo a la casa del maestro Pinky. Se esperaron hasta después del mediodía para regresar de nuevo a la casa de sus nuevos amigos, y así lo hicieron.

En horas de la tarde, Diddy y Dixie regresaron otra vez donde los kongs nuevos. Esperaban que esta vez sí los encontraran en su casa, pero para su sorpresa... tampoco estaban presentes y, además, la puerta seguía abierta. Aquello sí estaba preocupándolos a ambos. Luego, bajaron de la casa mientras se preguntaban dónde estarían aquellos niños.

—Qué extraño —dijo Dixie de forma pensativa—. No parece que hayan estado aquí; la casa está tal como la encontramos esta mañana.

—¡Diddy! ¡Dixie! —exclamó detrás de ellos una voz femenina que parecía pertenecer a una niña kong.

Se voltearon a mirar y se percataron de que eran aquellos niños, quienes estaban a la distancia dirigiéndose hacia ellos. Ambos se alegraron de encontrarlos y se aliviaron de ver que estaban bien... De hecho, a los cuatro se los veía con un aspecto algo más presentable que el día anterior. Incluso, llevaban prendas de vestir diferentes; para empezar, las dos niñas ahora llevaban cintas en sus cabellos: Mandy llevaba un lazo rojo a más de un chaleco fucsia sobre su blusón rosa, mientras que Jenny ahora tenía una cinta combinada con su blusa y el cabello recogido con un lazo; en cuanto a los niños, Ricky ahora llevaba una camisa azul encima de su playera amarilla, mientras que Melvyn ahora llevaba una playera de rayas rojas y blancas bajo su overol.

Diddy y Dixie se mostraron sorprendidos al principio de verlos, ya que ahora parecían verse como unos niños normales y ya no tanto como unos niños perdidos como se habíanmostrado el día anterior. Aunque de todas formas, sonrieron al ver que estaban bien.

—¡Hola! ¿Cómo están? —les dijo Dixie a lo que ellos llegaron, y estos les devolvieron el saludo—. Estábamos buscándolos.

—Sí, habíamos venido por la mañana pero no los encontramos aquí —agregó Diddy—. Pensé que les había pasado algo.

—Oh, no, no pasó nada —respondió Jenny con unas pequeñas risas—. Habíamos ido a buscar comida y recién llegamos.

—Y además... fuimos a hacer curar la pierna de Mandy —agregó Ricky señalándola a Mandy, quien ya podía caminar con normalidad, a diferencia del día anterior—. Ya está mejor y puede caminar bien.

—¿En serio? ¿Tan rápido se recuperó de una... lesión? —cuestionó Diddy mirándola con extrañeza.

—Sí, es que... bueno, no era tan grave después de todo —respondió Melvyn—. Encontramos por ahí a un simio médico curandero que nos pudo ayudar a sanarle la lesión.

La Isla del Huracán [Diddy Kong x Dixie Kong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora