Capítulo 73: En Alta Mar

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Por otro lado, en las escaleras del edificio, se hallaba el cuarteto de Jemky bajando a toda velocidad y a pasos alargados con sus cuatro extremidades, casi lanzándose de los escalones y dirigiéndose hacia el segundo piso.

—¡Esos monos tontos no se tienen que salir con la suya esta vez! —exclamó Jemky mientras bajaban—. ¡Tienen a todos allá afuera y se los van a llevar! ¡Hay que avisarles a nuestros papás! ¡Y conseguir otras armas!... ¡Y ojalá no nos castiguen!

¡Esperen, esperen! —exclamó Rocky deteniéndose de forma abrupta y deteniendo a los otros—. ¡No podemos ir donde nuestros papás! ¡Nos dijeron que nos mantengamos escondidos!

—Oye, ¿no me digas que le creíste a ese par de tontos que esos tales domadores de circo están con ellos?

—¡Ay, claro que no! —replicó Rocky—. Pero es que capaz y nos castigan porque no nos escondimos. Yo decía ir nomás nosotros a buscar más armas y salir a enfrentar a ese par de monos tontos.

—¡Esos dos tienen armas también, nos las quitaron! —replicó Mandrew—. ¡Tienen al maestro Pinky y a los Jenny's en su poder y a esos animales también que ni sé cómo llegaron hasta acá!

—¡Pero nuestros papás ni nos van a querer escuchar! —contradijo Rocky—. ¡Primero nos echarán la culpa a nosotros! ¡Aparte que ni sabemos de qué clase de jefes hablab...

—¡Pues vamos a seguir perdiendo tiempo si seguimos así! —interrumpió Melenky—. ¡Vamos nomás con nuestros papás!

—Sí, vamos nomás, ahí les explicaremos rápido —agregó Jemky dándoles pequeños empujones a los otros tres.

Los cuatro retomaron el camino con normalidad, a excepción de Rocky, quien solo iba torciendo los ojos e insistiendo en cambiar de opinión, pero los otros no le hacían caso. El cuarteto seguía corriendo a velocidad, esta vez por los pasillos y en dirección hacia el laboratorio, en donde se podrían encontrar los simios.

—¡Miren, ahí vienen! —exclamó Jemky cuando, al extremo del pasillo donde estaban, venían corriendo los simios a toda prisa—. ¡Rápido, expliquémosl...

¡¿P-pero qué diablos hacen aquí?! —exclamó el orangután líder al verlos acercarse, aunque esta vez, habló en un tono sigiloso y desesperado—. ¡Vayan a esconderse, por todos los santos simios! —agregó dándoles pequeños empujones de una manera tan desesperada.

—¡¿Pero por qué?! —replicó Jemky oponiéndose—. ¡Tenemos que informarles alg...

¡SOLO VÁYANSE DE AQUÍ, MALDICIÓN! —agregó uno de los mandriles—. ¡Ustedes no pueden ser vistos por...

De repente, los cuatro niños alzaron la mirada al momento en que tres siluetas altas estaban justo detrás de los simios.

¡Simios inútiles! —exclamaron los domadores por sorpresa, tirándoles de las orejas a los simios—. ¡AHORA MISMO VAN...

De repente, el terceto de domadores se mostró impactado y confundido al percatarse de la presencia de los cuatro niños... como si jamás los hubieran visto antes. Pero al mismo tiempo, los simios se mostraron como si se hubieran quedado en blanco por unos segundos, y luego se apresuraron a tomar al cuarteto en brazos, y los mantuvieron aferrados a ellos como si quisieran ocultarlos mientras miraban a los domadores. Aquello parecía estar confundiendo a Jemky y compañía.

—P-papá, ¿q-qué sucede? —tartamudeó Jemky mientras era sostenido por el orangután líder—. ¿Q-quiénes son ellos?

—Un momento... —dijo el domador del ojo tuerto—. ¿Y esos cuatro pequeños... quiénes son?

La Isla del Huracán [Diddy Kong x Dixie Kong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora