El día siguiente era un nuevo inicio de semana y, esta vez, Diddy y Dixie sí se reunieron de nuevo con sus amigos, puesto que ya se habían reconciliado todos, o al menos esperaban que aquella reconciliación haya sido sincera.
Diddy y Dixie llegaron de nuevo hasta donde estaba el barco en construcción. Suponían que las cosas continuarían con toda normalidad en un ámbito social... aunque no parecía ser así. Para empezar, fueron recibidos por las miradas de rareza y otras de impacto por parte de la manada de niños kongs: algunos los miraban como si fueran unas celebridades de las que todo mundo hablaba, y es que también se podía ver algunos grupos que, a simple vista, se los veía cotilleando en secreto sobre los dos... y sí, todo debido al escándalo de hace un par de días atrás. Diddy y Dixie estaban sintiéndose algo incómodos por toda la atención indirecta que recibían. Ambos oían murmurar a ciertos niños kong e incluso a algunos se les oía reírse en lo bajo.
Luego, se encontraron con Melvyn y lo saludaron. Este les devolvió el saludo apenas se percató de ellos.
—¡Hola, Melvyn! —le dijeron ambos sonriéndole.
—Hola, amigos —les respondió Melvyn—. Pensé que no iban a venir.
—¿Y por qué no? —expresó Diddy con unas pequeñas risas—. ¿Dónde están los demás?
—Están por allá armando las velas del barco —señaló Melvyn. Luego, sin decir más, se retiró... como si nada.
Diddy y Dixie se dirigieron hacia donde había indicado Melvyn. Sus demás amigos estaban sobre la cubierta del barco. Este ya se lo veía bien avanzado; le faltaban aún muchas piezas, pero a simple vista, ya estaba tomando forma de embarcación, aunque como ya se había mencionado... no era tan enorme al final como tenían planeado, pero aun así, se lo veía lo suficiente espacioso para una manada de niños kongs.
Pero había algo que se les hizo un tanto extraño a Diddy y a Dixie: y es que sus cuatro amigos, por lo general, los solían recibir los cuatro juntos apenas ellos dos llegaban, pero esta vez... parecía ser diferente. Al subir hasta la cubierta del barco, se encontraron con Mandy y Ricky, quienes estaban colocando las velas en los mástiles del barco.
—¡Hola, amigos! —les dijeron Diddy y Dixie al mismo tiempo.
—Ah, hola, ¿cómo están? —respondió Mandy apenas volteándose a mirarlos y saludarlos.
—¿Qué tal? —les dijo Ricky en un tono calmado—. Ya los estábamos esperando, no los habíamos visto.
—Recién llegamos —respondió Diddy observando todo el barco alrededor—. ¿Qué hicieron ayer?
—No avanzamos mucho, pero esperamos que hoy sí —respondió Ricky manteniendo la mirada en lo que hacía.
Diddy y Dixie continuaron observando con detalles cómo iba el barco. Iban inspeccionando cualquier rincón al azar para enterarse de las últimas novedades. Pero había algo que les estaba llamando la atención ese día... aunque era algo más bien neutral: y es que Mandy y Ricky seguían trabajando en lo suyo, lo cual era obvio, pero... era de una forma que les empezaba a dar la sensación de que los habían saludado con un poco de indiferencia. Ambos no le tomaron importancia en un principio, así que de todas formas volvieron a hablarles.
—Oigan, y... ¿en qué los podemos ayudar? —les preguntó Dixie.
Ricky levantó la mirada hacia ellos por segunda vez, y luego se quedó pensativo mientras miraba alrededor, antes de mirar las velas que estaban armando.
—¿Quieren ayudarnos con estas velas? —les señaló Ricky—. Tenemos que amarrarlas también a estas mallas.
Diddy y Dixie se unieron al trabajo con Ricky y Mandy; ahora tenían que armar las velas y colocarlas en los mástiles, además de tejer unas mallas que luego servirían para sujetarlas a los bordes del barco. Ambos se encargaron de una de las velas en particular... pero luego los habían dejado solos a los dos haciendo ese trabajo; sus otros dos amigos se habían ido a hacer otra cosa y ni siquiera les volvieron a dirigir la palabra.
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La Isla del Huracán [Diddy Kong x Dixie Kong]
FanfictionDespués de su aventura con Donkey en contra del rey K. Rool, Diddy retomaría su vida normal en la Isla DK... excepto por tener que regresar a Kong Kollege, donde es atormentado por un cuarteto de niños bravucones. Por temor a las amenazas de ellos...