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—Entonces... ¿Qué trama ahora el Cielo?

—Pues... Nada bueno... para una gran parte de la humanidad... me temo...

—...No digas nada; van a envolver al mundo en llamas...

—...Eso es... extrañamente preciso... ¿Cómo lo sabes?

—Los ángeles que protegen a las personas... están en contacto permanente con el Cielo y la Tierra... Y yo, en contacto con ellos... Los Arcángeles no tienen idea de cuánto sabemos de lo que ocurre allí arriba...

—...¿Qué vamos a hacer?

—¿Enfrentarlos?

—...¿Enfrentar?

—¿Por qué no? Acabas de hacerlo con Miguel; le dijiste unas cuantas verdades en la cara...

—...¡Sí...! ¡De hecho lo hice! ¡¿Cómo vamos a enfrentarnos al Cielo?!

—Necesitaremos apoyo...




Noc noc noc.



—¿Tú, otra vez?

—Buenas noches, Crowley.

—Sí, buenas noches. Largo.

—¿No tienes una casa, o algo?

—...Este Bentley es básicamente mi hogar. Desde hace más de noventa años. No necesito más.

—...Si eso dices...


—Es un poco triste...

—¡¿Qué?! ¡¿Belcebú?! ¡GABRIEL! ¡¿Qué demonios hacen dentro de mi auto?!

—Irrumpir en una propiedad privada, aparentemente...

—Queríamos estar aquí para recibir al desertor...

—¿Quién? ¿Desertor de qué?

—El "nuevo Arcángel" desertor...

—¡¿De quién estamos hablando?!

—¿Tú quién crees?

—¡Ese es el auto!




—...Tal vez no quiera perdonarme...

—¿Qué fue lo que hiciste?

—...Abandonarlo... No elegirlo... No logro entender cómo fui... tan tonto... Tan cobarde...

—Quizás tengas que arrastrarte un poco... Muéstrale que estás arrepentido, y... que él decida. Seis mil años no se pueden borrar en un par de días...

—...¿Y si ya no me quiere? ¡¿Y si me desprecia?!

—¿Podemos volver al asunto del fin del mundo? Era menos deprimente...

—...¡Detente! ¡Ya llegamos! ¡La librería está en esa esquina!

—Gracias al Cielo... ¿A Dios? ¡Agh! Tengo que cambiar esa expresión...






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1982



—Los demonios pueden provocar plagas; no es impensable que... tú sabes... Has frecuentado varios de esos lugares en los que comenzó... —La insinuación detrás de este razonamiento había enfurecido a Crowley, que se había sentido, durante toda la cena, en un interrogatorio pobremente disimulado.

—Las peores calamidades suelen ser obra de los propios humanos; son expertos en matarse entre ellos... ¡Pero no! ¡A ti te encanta apuntar siempre contra mí, sencillamente porque soy un vil demonio!

—¡No estoy acusándote de nada!

—¡Es exactamente lo que estás haciendo!

—¡Crowley!

—Gracias por la cena. Me cayó pesada.



Los siguientes intentos de Aziraphale por contactar con aquel fueron infructuosos —quinientas treinta y tres llamadas en siete meses, todas rechazadas—.

El primer encuentro desde el incidente fue "pura casualidad"; Crowley había detenido un momento su auto frente al parque, tomándose unos minutos para caminar y alimentar a los patos mientras luchaba por poner su mente en blanco.


—Una pitonisa me dijo que estarías aquí...

—¿Fuiste con una de esas brujas estafadoras?

—Bueno, no se equivocó... Aunque tuve que venir todos los días desde entonces, las últimas cinco semanas, hasta que se cumplió...

—...¿Qué quieres?

—Hace un par de meses, vi cómo este demonio tentaba a una mujer para vender las crías recién nacidas de su gata... La joven vendió los cachorros al dueño de un restaurante chino, no sé para qué... ¡y abandonó a la gata en medio de la carretera! ¡La lastimó y la arrojó del auto! ¡Fue una monstruosidad!

—¿Tu punto es...?

—¡El Ser Humano es terrible! ¡Son capaces de actuar con mucha más maldad y sadismo que un demonio! ¡Crean enfermedades, y echan la culpa a otros, para justificar su odio irracional hacia esos otros! Crowley... eres el demonio menos vil que haya visto... No quise ofenderte... Realmente lo siento... ¿Qué debo hacer para que me perdones?

—...Podrías empezar intentando con... eso...

—¿Qué sería... eso? Oh. Claro. Por supuesto... Sólo espero no tener que hacerlo nunca más...

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora