—¡¿Quieren que Aziraphale regrese al Cielo?! ¡¿Con esa bandada de... arpías... dispuesta a hacerle pedazos?! —Como ya le es costumbre, Crowley no se encuentra nada complacido con lo que oye.
—Sé que Aziraphale no conoce el Cielo tanto como Gabriel...
—Ni creas que dejaré que manden a Gabriel directo a las manos del enemigo —replica Belcebú.
—No es lo que iba a decir. Gabriel ya no está en condiciones de hacerles frente... ¡Un Serafín es... la mejor chance que podríamos tener! ¡Aziraphale! ¡Un Ser Celestial, protegido por Dios!
—¿Aziraphale, un Serafín?
—...Tiene razón. Debo tomar el riesgo; no nos queda mucho tiempo...
—¡Ángel...!
—¡Calma! Ya volví una vez —Se acerca, mirando al demonio a los ojos, y apoya sus manos en sus hombros, sonriéndole con dulzura—; esta vez también lo haré.
—...Más te vale...
—...Jamás pensé que vería alguna vez a un demonio llorar por un ángel... En especial uno tan rudo y atractivo... Seguro no faltará quien te cuide a tu hombre, ¿eh, Serafín?
—...No será ninguna... madre desnaturalizada y lividinosa... que intenta arrojarse sobre el primer hombre que ve... Estás perdiendo tu tiempo, si crees que podrás manotear algo mientras no estoy.
—Nunca lo haría.
La mujer se acerca, contoneándose. El roce de su mano contra la chaqueta de Crowley exalta a Aziraphale, que se aferra a este a modo de defensa.
Tal demostración de celos dibuja en el rostro del demonio una sonrisa picaresca de emoción y satisfacción.
—Si les hace sentir más seguros, yo puedo ir con él.
—Gracias por ofrecerte, Asmodeo; pero, para ese caso, puedo acompañarlo yo mismo.
—¡Vayamos todos, entonces! Si lo que importa es que vaya Aziraphale; no tiene por qué hacerlo solo...
—Creo que seríamos muy llamativos...
Batariel llega desde el comedor, con el teléfono en la mano.
—Aziraphale... ¿Cuántos bolsillos tienes?
La rutina vespertina de Muriel podría considerarse de las más rígidas y perfectamente planeadas: despertar a las siete en punto —la cama le es tan cómoda que se queda acostada hasta las nueve—; prepararse el desayuno; limpiar los trastes; barrer de arriba a abajo; desempolvar las estanterías; husmear entre los libros del señor Fell; limpiar las ventanas y arreglar su habitación.
Esta vez iba ya por la tarea número tres —barrer— cuando sintió que llamaban a la puerta.
—Lo lamento; el señor Fell no se encuentra en estos momentos.
—...Me lo imaginaba —El hombre al otro lado de la puerta, con barba de mediana longitud y cabello apenas largo, no era otro que Jesús—. En realidad, me gustaría averiguar un par de cosas sobre él. Tal vez me puedas ayudar.
—¿Un té?
—¿Ustedes los ángeles consumen alimentos humanos?
—...Al principio, me parecía una idea extraña... Pero el señor Fell me animó a probarlo, y... reconozco que es una sensación bastante increíble... ¡También aprendí a hacerlo! Esperar a que el agua se caliente ayuda a ejercitar la paciencia...
—...Suena interesante... ¿Qué más te ha enseñado?
—Que, al parecer, todos tenemos algo llamado "imaginación", y que con eso podemos construir en nuestra mente un sinfín de historias... ¡que no son reales! ¡Y los libros! ¡Los libros son como una guía para crear esos... mundos mágicos!
—...Parece que el "señor Fell" es un ángel bastante humano... Y tú también, por supuesto. Nunca había visto a un ángel tan entusiasta...
Muriel sonríe enérgicamente.
ESTÁS LEYENDO
𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"
Fiksi PenggemarEl final de la segunda temporada nos deja a la espera de otra amenaza que llega desde el Cielo: la Segunda Venida de Cristo. Aziraphale deberá decidir, definitivamente, a qué bando se unirá; mientras tanto, Crowley intenta sobrevivir a un corazón ro...