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Cuando la librería volvió a quedar vacía, Aziraphale se tomó un momento para contemplar cada rincón, inundándose de una tristeza inexplicable.

—¿Ángel?

—Estoy bien. Tenías razón; hay una energía perturbadora en... todo el lugar... Ya no es lo mismo... Todo cambió cuando me fui...

—Volviste... ¿No es así?

—...Sí...

—...Siempre podemos volver a empezar... Irnos a Alpha Centauri... Tal vez nunca renuncie a esa idea...

—...Si las cosas no resultan bien... puede ser una alternativa... Crowley, quiero proteger a las personas; hay Seres Humanos por los que vale la pena luchar... Esta vez, no descarto el plan de huir, pero...

Con eso fue más que suficiente; el rostro de Crowley se iluminó, y se le dibujó una pequeña sonrisa que apenas podía contener.

—Yo iré a donde tú vayas... siempre que seamos libres...

—Siempre que seamos libres.

Aziraphale inclinó su cabeza, dejándose rodear por los brazos del otro, para que este le bese.




Sábado en la mañana. El hombre nunca tuvo tiempo para su familia; ahora no le quedaba más opción que buscárselo, aunque sólo fuera un paseo por el parque cada fin de semana.

Lilit caminaba a su lado de mala gana, sabiendo que su padre lo hacía meramente por compromiso. Nunca lo consideró un gran padre, y se sentía desafortunada por tener que vivir con él.

—No te alejes demasiado —le advirtió, en vano; Lilit sólo debía esperar a que aquel encontrase un banco donde descansar y distraerse con su teléfono, y sería libre de alejarse cuanto quisiera.

Las palomas reboloteaban cerca. Algo parecía asustarles.

¡PAF!

—¡AAH! —Una de las aves cae muerta frente a Lilit.

—¡En el aire! —Un remolino rojo llega por su izquierda; una chica cercana a la edad de Lilit, con cabello y suéter rojos.

—¿Con qué le diste?

—Una resortera. ¿Quieres probar?

—Pobres palomas...

—¡Ay, son una plaga! ¡Transmiten enfermedades y piojos! Prueba... Puedes imaginar que estás en una feria, derribando patos de cartón... Dejarás de sentirte mal después de diez tiros...

—...¿Habrá algún demonio que acepte palomas como sacrificio?

—...Sí... seguro... Yo las junto y las quemo...

—¿Como si fueran brujas?

—¡Sí! Son seres sucios, llenos de pestes... Si quemas sus cuerpos, te deshaces de todas esas porquerías...

Lilit se lo piensa, y toma la resortera.

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora