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Crowley, por otro lado, creía que si continuaba mirando la librería vacía a través de la ventanilla de su auto, el dolor se esfumaría eventualmente.


Noc noc noc.


—Ah; Nina. ¿Qué tal?

—¿No ha vuelto, aún?

—Ni lo hará. El Ángel es feliz allá, con esa bola de engreídos... superpoderosos... sirviendo ciegamente al Todopoderoso...

—No sé si realmente entiendo todo ese asunto, pero... No pierdas la fe...

—¡Yo no tengo fe! ¡Soy un maldito demonio!

—Y se te nota... ¿Hasta cuándo vas a estar ahí tirado, rebozándote en tu propia miseria?

—Por los siglos de los siglos... de los siglos de los siglos... hasta que mi cuerpo se pudra... Que no va a pasar, porque soy inmortal... ¡Cómo detesto pensar en eso! ¡Es tan deprimente!

—...Sal de ahí, por favor. Ahora.





—¡En esa horrible casa no hay lugar para los perros!

—Dijimos que los perros se quedarían con tu madre.

—¡Yo también quiero quedarme con mamá!

—...¡Lo siento, Lilit! ¡Así son las cosas! Voy a bajar las maletas. Espérame en la puerta.



"Charles, ¿cómo pudo la bisabuela vivir tantos años en este lugar? Es oscuro y viejo, y está lleno de telarañas... ¡Es como vivir en un cementerio! ¡Incluso tenía guardados unos libros de brujería en el ático! ¿La bisabuela era una bruja? ¿Adoraba a Satán? ¿Sacrificaba niños a un demonio llamado "Filotano"? ¡No me juzgues, Charles! ¡Eso es lo que decía uno de los libros!"

"A papá no le gustó nada que subiera al ático. ¡Nada le agrada! Supongo que prefiere que esté afuera, sin molestarlo".


Y como así se sintió, salió y se alejó de su nueva casa, y de su padre, tanto como pudo.

"El barrio no está tan mal", pensó. "Aunque no veo jugueterías".


—¿Qué pasa, pequeña? ¿Perdida? ¿Buscas... una tienda donde vendan unos deliciosos dulces? Tal vez conozca una, no muy lejos de aquí...

—Ella no irá a ninguna parte con usted —interviene Samara: un Ángel especialmente protector y observador. Este es el Ángel de la Guarda de Lilit—. Aléjese...

Los ojos del hombre fulgen de rabia, con un color dorado intenso, cuando retrocede ante la protección de la mujer. Se trata de un demonio; uno de los tantos que vagan por la ciudad, buscando tentar a las personas.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—...Estoy tomándome unos días de vacaciones... casualmente por esta zona... Qué coincidencia, ¿verdad?

—Me alegra mucho verte, Sam. ¿Te cuento un secreto increíble? Acabo de descubrir que mi bisabuela era una bruja... y sacrificaba niños pequeños a los demonios...

—...¡¿Qué?!




Aziraphale se sentía aturdido; parecía no tener voz ni valor en las decisiones del Cielo. Nada era como él lo imaginaba. Ciertamente no esperaba verse involucrado en un plan tan... siniestro, a sus ojos... Tan demoníaco.

Una caminata por la inmensidad del lugar debería ayudarle a despejar su cabeza; si tan sólo no fuera todo tan vacío, y frío...


—No te convence...

—E-Es que... Es algo... macabro...

—Sí, tal vez. "Dios trabaja de formas misteriosas"... Puedes no entender el por qué, pero... no necesitas hacerlo. Es...

—...¿Inefable?

—...Sí.

—...Pero... eso no lo hace... incuestionable... No es lo mismo...

—¿Y qué sentido tendría cuestionar algo que no tiene explicación?

—¡¿Qué sentido tiene aceptar algo que no tiene justificación?!

Por primera vez, Aziraphale logra dejar a Metatrón en silencio.

—La voluntad de Dios no necesita justificación. También es incuestionable —responde, queriendo sonar seguro y firme—. Siempre fuiste uno de sus más leales ángeles... Al menos al principio... ¿Sigue siendo ese el caso?

El ángel duda.

—...Desde luego que sí.

—...Bien.

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora