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—¿Dónde vives?

—...Aquí... Nunca he salido del parque... Me gusta pasar las noches en aquel árbol; es bastante cómodo, y tiene buenas vistas...

—...¿Aquí? ¿Que no tienes casa? ¿Una familia?

—No... Tú tienes... padres... ¿no?

—Sí, pero no les importo...

—¿No te aman?

—...No lo sé... Creía que lo hacían...

—...¿Qué se siente? Tener una familia... que te quiera...

—...¡Eva, me estás deprimiendo! ¡¿Tú no tienes a nadie?! ¿Padres? ¿Nada?

—...No... Pero... tengo a Spark...

—¿Quién es Spark?

—...Es como mi gata... Es parte de mí... Generalmente se esconde en mi brazo...

—...¿Cómo que en tu brazo?

—Sí; mira...


Eva se sube el brazo izquierdo del suéter y deja ver el dibujo de un pequeño gato rojo sobre su piel. A simple vista parece ser un tatuaje; aunque con la particularidad de poseer movimiento, y voluntad propia.

Spark era el familiar de Eva; casi todos los demonios, e incluso muchos ángeles, tienen uno, que los acompaña —fusionándose a sus cuerpos y compartiendo sus emociones— durante toda su existencia.


—...Qué locura... Se mueve...

—Siempre hace lo que quiere... como yo...

—...Mamá tiene un dragón en el pecho... De pequeña, juraba que se movía, como si estuviera vivo... Ella insistía en que era mi imaginación... Tal vez no lo era...

—...Quizás tu mamá sea un demonio, como yo...

—...¡¿Demonio?!



Esta sería la última noche que Aziraphale y Crowley tendrían para sí mismos antes de la primera plaga; de acuerdo a lo planeado, el demonio partiría la siguiente mañana junto a dos de los ángeles caídos —en barco; sin utilizar milagros, para no llamar la atención—.

Pero ahora no es momento de pensar en eso. Ambos llevan ya un largo rato encerrados en una de las habitaciones del edificio, disfrutando de su mutua compañía en los brazos del otro.

—¿Por qué estamos confiando tanto en este sujeto? Digo, podría ser una trampa...

—No lo creo...

—¿Cómo estás tan confiado?

—...Simplemente siento que... están de nuestro lado... Son ángeles caídos; demonios... pero no creo que sean malos... Sólo quieren vivir en paz, entre las personas... igual que nosotros... Es que... no todos los demonios son malos... ni todos los ángeles buenos... Ya lo pude comprobar...

—...Vaya... Es realmente satisfactorio oírte reconocerlo...

—...No pienses en eso ahora...

—...Todavía me debes ese baile de disculpa...

—¡Agh!

—¿No vas a cumplir tu promesa? ¿Qué clase de ángel eres?

—¡De acuerdo! ¡Bien! —Aziraphale se pone de pie, con poca energía, y se coloca en posición—. "Me equivoqué... Me equivoqué... Tú tenías razón; yo estaba mal..."

Acaba la coreografía manteniendo varios segundos la última pose, y a continuación extiende su mano hacia Crowley.

—¿Qué? No...

—¡Ven aquí!

—¡Aziraphale!

El ángel le tiene que jalar del brazo para que se pare.

—¡No seas amargado y baila conmigo!

—Oye... —La mirada cariñosa y convincente de Aziraphale acaba por persuadir al demonio—. Debes ser el único ángel en el universo que baila... Es una de las cosas que me encantan de ti; no hay nadie como tú...

—...Para ser un demonio, eres la persona más maravillosa que he visto... Eres realmente especial, Crowley; diferente a cualquier demonio, ángel o Ser Humano... Estás por encima del Bien y del Mal... Eres mejor que todo eso...

Al borde de las lágrimas, Crowley cierra los ojos y apoya su frente contra la de Aziraphale. Ambos sonríen, dejando brotar su inmensa felicidad; el ángel besa gentilmente la frente de su amado, pasando sus labios por sus mejillas, hasta los labios del otro.

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora