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"Convenientemente", la mesa que Aziraphale y Crowley ocupaban se ubicaba en una esquina del restaurante, lo que les daba cierta privacidad.

El primero llevaba unos minutos en silencio, con la mirada en la mesa; en su cabeza, repasaba una y otra vez un pensamiento que le había surgido y le atormentaba, pero no lograba manifestar.


—...Quiero preguntarte algo... Por favor, sé sincero...

—...Depende de lo que tenga que responder...

—...¿Confías en mí?

La pregunta toma por sorpresa a Crowley.

—...Pues...

—Sé honesto... Después de todo lo que he dicho y hecho... y de cuánto te herí... ¿Aún confías en mí?

—...Quiero hacerlo...

—Pero... ¿Puedes? ¿Me crees si te aseguro que nunca me arrepentiré de haber vuelto?

—...Ya no podrías volver al Cielo aunque quisieras, ¿o sí? ¿Qué más da?

—Necesito saber si aún confías en mí, como yo en ti...

El demonio titubea.

—...No lo sé...

Aziraphale vuelve a bajar su mirada.

—...Comprendo.



—¿Pediste los langostinos para contemplarlos o también piensas comértelos?

—...Estoy comiendo... —Apenas ahora toma los cubiertos y se lleva la comida a la boca con desgana.

—...Dije que te perdonaba...

—...No por completo, ¿cierto?

—...Tal vez no...

—¿Qué hago?

—...No estaría mal que te arrastraras un poco... Ya sabes... humillarte y demostrar que realmente estás arrepentido, y que estás aquí, y no con ellos...

—...¿Cómo me "arrastro"? ¿Qué cosa humillante debo de hacer para que me perdones?

—...Tú sabes que hay algo...

—¿Qué? Oh... Bien. Lo que se necesite. Puedo hacer toda una coreografía, incluso...

—¿En serio?

—...Por supuesto. Me humillaré todo lo que haga falta, querido... —Crowley suelta los cubiertos de pronto, sonrojado de oreja a oreja—. Ay... Mi Dios... Disculpa... ¡Disculpa! ¿Dije...? ¿Dije algo raro?

—¡No! No... Eh... ¿Podemos sólo... irnos?

—...Sí, claro...



Es poco lo que el hombre conoce de su propio planeta. Allá donde nunca se ha aventurado, se guardan los secretos más inimaginables, a los que el hombre nunca tendrá acceso.

En los más oscuros y profundos abismos del océano, a donde el hombre nunca será capaz de llegar, los demonios habitan desde el comienzo de la Tierra.

Un búnker de miles de kilómetros de extensión protege grandes legiones infernales —aquellas a cargo del demonio Gaap—. Y en su centro, custodiado por cientos de guardias, un monstruo jamás visto, que ha dormido desde el principio de su existencia, ahora estaba listo para emerger.

Comenzó con la ronda del guardia número doscientos trece. Su deber era el mismo que el de los últimos seis mil años: colocarse de cara a la gigantesca puerta reforzada y vigilar.

Las primeras seis horas transcurrieron como de costumbre; cuando el reloj dió las 13:00, el guardia notó que el agua se estaba colando por debajo de la puerta, y ya inundaba el pasillo.

Quiso correr a buscar ayuda, pero se quedó paralizado. Entonces comenzaron a temblar las paredes, y a fallar las luces; el demonio se alejó de la puerta, pero esta se abrió de golpe y una larga lengua lo tomó por la cabeza, arrastrándolo hacia el interior de la habitación.

Sus gritos desgarradores resonaban ahora por todo el búnker.

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora