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—¿Entonces así será? ¿Tanto problema para que al final renuncies?

—Los planes cambian, Ángel.

—...Debería matarte, por hacerme perder el tiempo...

—...No lo harías...

—...Sólo quiero ver... qué hará Shax contigo, cuando se quede sin un ejército con el cual combatir, y entonces ya no le sirvas para nada...

—...Pero lo tiene. Más de tres mil demonios, que necesita liderar.

—...Ya veremos.

Igual que el incendio que se expande sobre una pradera seca, los gritos y las llamas se propagaron entre los miles de demonios, en un espectáculo de muertes espontáneas que, como lo adelantó Samara, dejó a Shax desprovista de su ejército.

—¡¿QUÉ DEMONIOS ESTÁ PASANDO?! ¡NO! ¡MI EJÉRCITO! ¡MI EJÉRCITO! —Impotente, ahora sólo le queda lloriquear mientras ve explotar a sus últimos seguidores.

—...Te deseo buena suerte, hombre... —Antes de desaparecer por la calle, Samara se despidió de Furfur, que seguía mirando con incredulidad la masacre, dándole una palmada en el brazo.


—¡SAM!

—¡¿LILIT?!

—¡SAAAM!

Samara mira desesperada a un lado y otro; la calle está completamente vacía, y las casas parecen abandonadas.

Sin embargo, los ve: el hombre y la mujer de blanco de pie frente a una de las casas, y detrás del ventanal...

—¡LILIT!

—Hasta ahora no has hecho mucho por el Cielo, Samara... Quizás el alma de tu niña ya no es una prioridad para ti...

—¡¿Qué quieren con ella?!

—¿Quieres protegerla? Asegúrate de que el Plan se cumpla. Tienes que eliminar cualquier amenaza que surja en contra del Cielo.

—El Serafín Aziraphale, por ejemplo. No puede entorpecer la caída de la plaga. Encárgate de eso; hazlo por la niña...

—¡No la involucren en esto! ¡LILIT!

Los ángeles se esfuman con la niña ante sus ojos.



Athatriel, Daniel y Agniel vuelven a la librería después de una búsqueda infructuosa por la ciudad.

Dicen que aquello que buscas aparece cuando dejas de buscarlo; fue así que, resignándose a no hallar ni rastros de Jesús, se lo cruzan a las puertas de la librería.

—Ustedes estaban buscando a Samara, ¿no?

—...Te estábamos buscando a ti...

—...Claro. Díganle al señor Fell, cuando lo vean, que ha hecho un trabajo formidable con su librería. Tiene un lindo hogar... Realmente no pertenece al Cielo. Ustedes tampoco.

Daniel y Agniel se inquietan con sus palabras.

—¡Oiga, pero...! ¿Qué hizo con ella?

—No hice nada. Esa parte del Plan se descartó. ¿Por qué no se toman el día para relajarse, y disfrutar de un buen té y unas crepas? Es una combinación maravillosa, que me acaban de enseñar... De todas formas, el Plan de Dios está a punto de cumplirse, y no hay nada ni nadie que pueda impedirlo...

Esta vez, también el rostro de Athatriel se oscurece, consternado.

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora