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—¡Crowley!

—Ángel. Sinceramente, no creía que volvería a verte...

—...Lo siento...

—Cuéntanos, Aziraphale... ¿Cómo lo hiciste?

—¿Qué cosa?

—...Ser expulsado del Cielo...

—...¡¿Tú...?! ¡No es cierto!

—...Pues sí... Puede que haya llamado a los Arcángeles... "corruptos" y "manipuladores"... en su cara...

—...¡¿Es una broma?!

—No lo es. ¡Miguel hasta quiso mandarme al Infierno! Fue entonces que caí... y acabé aterrizando en los laureles de este buen hombre...

—...No sé si gritarte o besarte... —De sólo pensarlo, Aziraphale pierde la capacidad de respirar por su cuenta, sonrojándose terriblemente—. Aunque la última vez no resultó muy bien, ¿verdad?

—...Ugh...

—Gabe, ¿te apetece dar un paseo por la ciudad?

—Estupenda idea. ¡Tú, desconocido...! ¿Vienes?

—...Voy detrás de ustedes...




—...¿Estabas pasando la noche en el auto?

—...Tal vez...

—¿Desde cuándo?

—Desde que Shax se quedó con el departamento. No es importante. Si me hubiera quitado el Bentley... sí que habríamos tenido serios problemas...

—Nunca me dijiste nada... ¿Por qué no te quedaste en la librería?

—...¡Tu energía está en todo el lugar! ¡No puedo poner un pie ahí, sin sentirte... flotando alrededor...! Es perturbador...


El horizonte se iluminó en ese momento, amenazando con volver a llover.


—...Quizás deberíamos entrar...

—Seguro.



—¿Dónde está Muriel?

—Su hora de dormir empezó a las ocho de la tarde...

—Pero... los ángeles no necesitan dormir...

—No, pero le sienta bien. Yo mismo le enseñé a quedarse dormida, hace unos días...

—...Dijiste que ya no venías a la librería...

—...Dije que no me quedo en la librería... A veces vengo a... torturarme... con los recuerdos...

—...¿Torturarte?

—...Es lo malo de tener sentimientos; no importa cuánto quieras desprenderte de ellos, siempre están ahí para hacerte sufrir... Y resulta que no existe un milagro lo suficientemente poderoso para eliminar las emociones... Ya lo intenté...

—...¿Tanto así?

—No tienes idea...

Los ojos de Aziraphale se llenaron de espanto al comprender todo el dolor que le había causado a Crowley.

—...Siempre lo hago... Yo... te lastimo...

—¿Cuántas veces van, ya? Miles...

—...Lo siento tanto...

La voz quebrada de Aziraphale, y su mirada desconsolada, hacen dar cuenta a Crowley de cuán angustiado se sentía, y lo seriamente destrozado que estaba.

—...Ángel, no...

—¿Qué puedo hacer para... arreglarlo?

—...Sólo... sé honesto... ¡¿Qué sientes?! Porque ya no sé qué pensar... ¡Yo ya te demostré lo que siento! Y... creí entender con eso... que tú no...

—¡Te amo!

Ignorando su lucha interna, el ángel actúa por instinto y se arroja hacia el demonio, envolviendo su rostro para besarlo.

Crowley tiembla, pero no se resiste.

—...Perdóname...

—...Te perdono.

La puerta se abre repentinamente; Gabriel, Belcebú y Athatriel entran, buscando refugio de la tormenta.

—Pero qué clima de locos...

—...¿Interrumpimos?

—Sí.

—No; no estábamos... haciendo nada...

—¿No le dijiste lo del fin del mundo?

—¿Fin del mundo? ¿De nuevo?

—Necesitamos hablar.

𝑮𝒐𝒐𝒅 𝑶𝒎𝒆𝒏𝒔: "𝐿𝑎 𝑆𝑒𝑔𝑢𝑛𝑑𝑎 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑑𝑎"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora