El Heredero de Regulus Black (En edición)

Capítulo IV: Fin de curso

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Lamentablemente para Septimus, las vacaciones de invierno pasaron en un abrir y cerrar de ojos. En cuestión de días, la sala común de Slytherin se llenó hasta el tope con estudiantes que alborotaban todo el lugar.

El ambiente vibrante y bullicioso llenaba el aire, mientras los estudiantes de Slytherin se reunían en grupos, riendo y charlando animadamente. Las risas y las voces resonaban por toda la sala, creando un constante trasfondo de animación.

Las mesas y sillas estaban ocupadas, con estudiantes jugando a las cartas, compartiendo historias y compartiendo bocadillos. Los juegos de mesa se desplegaban en varias esquinas, mientras los jugadores se sumergían en estrategias y competiciones acaloradas.

Algunos estudiantes practicaban magia en pequeños grupos, realizando hechizos y encantamientos con destreza y entusiasmo. Los destellos de luces mágicas y los sonidos de conjuros llenaban el ambiente.

Septimus, rodeado por la energía y el entusiasmo de sus compañeros de casa, trataba de encontrar un lugar tranquilo para concentrarse en sus tareas y estudios. Sin embargo, la algarabía y el jolgorio lo seguían a donde fuera, haciendo difícil encontrar un rincón tranquilo en medio del bullicio.

En la oscuridad del aula de Pociones, cuando los estudiantes aún no había regresado, entre volúmenes polvorientos y frascos humeantes, Septimus devoraba las antiguas páginas con avidez. Snape, con su mirada penetrante y enigmática, observaba al joven estudiante con una mezcla de asombro y orgullo. Reconocía en él un deseo genuino de aprender y una dedicación que pocos poseían.

Un día, durante el desayuno se vio algo extraño, una partida de ajedrez entre Septimus y Percy Weasley, un joven apasionado por la astronomía, que también se había quedado en la escuela junto a sus hermanos. Ambos compartieron tardes pláticas sobre las estrellas, el universo y los secretos del cosmos, aunque también alguna que otra partida de ajedrez.

Sin embargo, la presencia de Hermione Granger, se volvió fugaz y esquiva. Algo había cambiado. Los encuentros entre ambos se redujeron, y el joven Lestrange no podía evitar preguntarse si su corazón latía de un modo distinto cuando ella estaba cerca. Pero sus charlas con Snape resonaban en su mente, recordándole las barreras sociales y los prejuicios que debía enfrentar.

¿Podría estar enamorado de Hermione? ¿Estaría dispuesto a desafiar las tradiciones y las expectativas de su familia, arriesgándolo todo por un amor considerado inaceptable? Los pensamientos tumultuosos lo atormentaban, pero él era un Lestrange, y los Lestrange no se rendían, mucho menos se doblegaban.

—Sep, ¿qué te regalaron para Navidad? —la irritante voz de Draco Malfoy lo sacó de sus pensamientos a la hora de desayunar.

—Mi padre me regaló su Snitch— comenzó a untar de mermelada una tostada —, y mi madre una vieja fotografía.

El Gran Comedor se llenaba de vida una vez más, su silencio habitual interrumpido por un murmullo bullicioso. El regreso de los estudiantes y maestros le otorgaba un aire de animación que había estado ausente por demasiado tiempo.

Mientras los profesores ocupaban su mesa, ahora completa tras la partida de varios colegas, Septimus se sumergía en pensamientos inquietantes sobre su futuro en la Mansión Malfoy. En aquel lugar frío y distante, tendría tanto estrés con la presencia de Lucius, cuyo trato a veces superaba la estupidez de Draco.

El día se esfumó con una monotonía abrumadora, las clases se arrastraban tediosamente y los escasos recreos se iban como un suspiro. Lestrange anhelaba encontrar algo divertido que hacer, pero sin darse cuenta, la luz del día cedió ante la oscuridad nocturna. El castillo se sumía en silencio mientras los estudiantes se refugiaban en sus salas comunes. Filch y la astuta Señora Norris patrullaban los pasillos en busca de infractores, entre ellos, Septimus, cuya hora se le pasó mientras contemplaba la lluvia caer tras los cristales de la biblioteca. Un instante fugaz que lo dejó vulnerable ante el estricto control del vigilante.