Lo que debía saber (Parte I)

101 10 12
                                    

Con la frustración que la discusión con Artorius le trajo, Septimus decidió que lo último que quería era quedarse en la Sala Común cuando sus pensamientos amenazaron su sueño con todo el ruido que hacían en su cabeza. Por lo que el joven Lestrange se levantó de su lecho para salir de la Mazmorra de las Serpientes. No sabía en dónde estaba Artorius, ya que cuando se dirigía a la entrada ni siquiera lo había visto, pero tampoco le importaba demasiado. 

Atravesó la fría Sala Común con pasos pesados y una exhausta expresión, sin embargo, en el momento en el que por fin salió, miró hacia el final de los pasillos y se encontró con el Profesor Snape junto a Orion. Era extraño, los de Gryffindor no solían ir hacia las mazmorras, y mucho menos Orion Black con su repulsión a los Slytherin, pero Septimus se limitó a pensar que la razón de su primo allí era Pansy Parkinson. Lamentablemente, no era el mejor día para hablar con sus familiares, por lo que el Lestrange tomó el pasillo contrario al que se encontraban su padrino y primo. 

Absolutamente nadie en Hogwarts sabía que Septimus era el ahijado de Snape, y ambos preferían mantenerlo en secreto, al fin y al cabo, ¿A quién le importaba?

Sus pies, con un paso seguro, se dirigieron por instinto hacia la biblioteca, el único sitio en donde podría haber el suficiente silencio al igual que distracciones para dejar de pensar en aquello que tanto carcomía se cabeza; el auror Signus «Avada Kedavra», Bertha Jorkins «Crucio». Cuando cerraba los ojos, lo que veía eran luces verdes y rojas, eran como fuegos artificiales en el oscuro cielo nocturno. Iluminaban su mente con espantosos recuerdos que ningún joven debería tener. Un asesinato, una tortura. Por un tiempo casi había perdido la culpa por tales actos, sin embargo, últimamente se habían vuelto mucho más presentes y mortificantes.

Pasaba las yemas de sus dedos por el lomo de los libros en los estantes, buscando el indicado. Ninguno parecía interesarle, pero sabía que lo mejor que podía hacer era leer, por lo que optó por dejarlo a la suerte y elegir uno al azar. "Los mil y un usos del encantamiento Patronus". Se sentó en una silla vacía en el pasillo más solitario de la biblioteca, y se sumergió en la lectura. La primer página decía:

Este antiguo y misterioso encantamiento conjura un guardián mágico, una proyección de todos tus sentimientos alegres. El Encantamiento patronus es complicado, y muchas brujas y magos son incapaces de producir un patronus completamente corpóreo, un guardián que por lo general toma la forma del animal con el que comparten una afinidad muy profunda. Quizá lo sospeches, pero no puedes saber qué forma adoptará tu patronus hasta que consigas conjurarlo.

Lo único que Septimus podía pensar era «¿Yo tendré un Patronus?» era muy improbable, pues no podía recordar ningún momento feliz de su vida. De pequeño se divertía con Orion, pero siempre tenía el temor de hacer enojar a su tío Rodolphus. De hecho, siempre había alguien a quien hacer enojar, Rodolphus, Bellatrix, Mérula, Rabastan, ahora el Señor Tenebroso. ¿Cómo alguien podría ser feliz siendo tan oprimido? 

-¿Qué lees?- dijo una voz de repente, haciendo que Septimus se sobresaltara, desconcentrándolo de su lectura. Al levantar la vista, se encontró con los ojos color avellana de Hermione Granger.

-¿Qué haces aquí, Granger?- sin duda era una estúpida pregunta, especialmente cuando se refería a Hermione -Me refiero a ¿Qué haces en el pasillo más alejado de la biblioteca? dudo que aquí hallan libros que te interesen a ti- 

-Me escondo- respondió ella mientras se sentaba a un lado de él. 

-¿De quién o qué?- preguntó, cediendo a la compañía de la contraria. 

-Viktor Krum. 

-¿Viktor Krum?- exclamó Septimus, pero se ganó un golpe en el hombro.

-Shh- chistó ella.

-¿Así que ya no lo soportas? Sabía que extrañarías la compañía mía y de Orion- dijo con una mirada satisfecha.

-¿Qué? ¡No!

-Ahora tú estás gritando, Granger- Septimus disfrutaba la frustración de la contraria, y sabía las palabras perfectas para hacerla enojar. 

Hermione se levantó de su asiento cuando vio que Viktor la había dejado de buscar en la biblioteca, por lo que ella comenzó a guardar cada libro que llevaba en su respectivo lugar, y el Lestrange la siguió para continuar con la charla. 

- No extraño a Orion, ni a ti. Ahora somos todos amigos. Él está con la "reina de Slytherin", tú con la reina de las Veelas...

-¿Qué?- preguntó Septimus, y aunque Granger le estaba dando la espalda, pudo imaginar el rostro de ella. La mente del pelinegro comenzó a hacer conjeturas que tal vez no eran verdad, pero no podía evitarlo ¿Fleur era una Veela? 

Cuando Hermione se dio la vuelta, con la intención de explicar lo que había dicho, se encontró con que Septimus había desaparecido, como si nunca hubiera estado allí, o como si sólo se hubiese tratado de una sombra. Por otro lado, el Lestrange caminaba por los pasillos que lo llevaban al Gran Comedor, en donde se suponía que debían estar la mayoría de alumnos.

El Heredero de Regulus Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora