El Duelo (Parte I)

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Caminar por los helados pasillos de las mazmorras podría resultar realmente desagradable para muchos, pero, lo que esos muchos no sabían, era que en las mazmorras se podía encontrar ese silencio y vacío que era imposible de hallar en lugares como el Gran Comedor, o incluso la biblioteca. Era húmedo, sí, pero lo suficientemente tranquilo como para que se oiga el silbido del agua que fluía en el Lago Negro y golpeaba los muros de Hogwarts. 

Septimus ya no deambulaba de un lado a otro como minutos atrás, sino que se había sentado en el frío suelo con su espalda contra la pared. Había cerrado los ojos para poder concentrarse aún más en el sonido del agua, pero unos firmes pasos en el suelo provocaron que con rapidez se levantara.

—Septimus— se oyó la rasposa voz de Artorius, quien se acercaba poco a poco a su primo —. Por fin te encuentro. 

—¿Qué necesitas?— le preguntó el menor, arreglándose el cuello de su camisa. 

—Quería recordarte que esta tarde es el club de duelo de Moody— informó peinando varios mechones negros que caían sobre su pálida frente. 

—¿Es hoy? 

—Claro que es hoy— replicó Artorius, confundido por el poco entusiasmo del contrario —. He esperado todos estos meses para éste momento. Le diré a Crouch que me anote contra Black— expresó con los ojos llenos de malicia.

—Deberías controlarte, primo— advirtió Septimus, con preocupación ante la idea de lo que podría ser capaz de hacer —. Te conozco, y sé que eres demasiado impulsivo para ese tipo de situaciones. 

—Sé controlarme. 

—No dije lo contrario— contestó burlonamente —. Sólo te pido que no lo asesines sólo porque tienes la...— repentinamente se quedó callado, concentrado en un sonido que oyó proveniente de la pared contraria a la que él estaba recostado. 

—¿Qué?

—Silencio— pidió con el dedo índice en alto, acercándose meticulosamente a ese muro —¿Lo oyes? 

—¿Qué cosa?— inquirió el Lestrange, incrédulo. 

—Ese sonido— puso su oído cerca de un ladrillo, sin llegar a tocarlo —. Es como de...vertiente. 

—Septimus, estamos bajo el Lago Negro, es obvio que oirás vertientes— supuso, ignorando el interés de su primo.

—De éste lado no está el Lago Negro, idiota— protestó con severidad, esta vez sin recibir ninguna queja por parte de Artorius, pues él también había puesto más atención. No podían ser las tuberías, pues en el segundo año, con Granger, Septimus había estudiado las rutas de las tuberías de Hogwarts, y en ese sector de las mazmorras no habían —. Artorius— él lo miró —¿Qué sabes sobre la Cámara de los Secretos? 

Los dos primos se miraron brevemente y, sin emitir ni una sola palabra, el mayor emprendió una rápida caminata hacia donde él creía que se encontraba la famosa Cámara de los Secretos, con Septimus siguiéndole. 

—¿Dónde vamos?— preguntó, confundido, pero sin dejar de seguir a su primo. 

—Al primer piso— respondió cortante, comenzando a subir la escalera que los alejaba de las mazmorras.

Septimus tenía la ilusión de que Artorius supiera la ubicación de la cámara, y así podrían ver qué había dentro. Todos tenían entendido que la bestia ya no se encontraba allí, o que, por lo menos, estaba encerrada, lo que claramente hacía temer al Lestrange de que ellos podrían soltar al basilisco. 

Los primos Lestrange, ignorando a los pocos que se cruzaba, y sin parecer desesperados, comenzaron a caminar por los pasillos del primer piso, Septimus mirando de vez en cuando hacia sus espaldas, procurando que esta vez nadie los siga. 

El Heredero de Regulus Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora