Capítulo IX: Los secretos de la cámara

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La Biblioteca de Hogwarts estaba envuelta en un silencio solemne, iluminada por la tenue luz de aquella tarde nubosa que se filtraba a través de las altas ventanas. Septimus, decidido a descubrir más sobre la Cámara de los Secretos y la misteriosa bestia que yacía en su interior, había decidido saltarse el receso para investigar en soledad. Sin embargo, al llegar a la sección de libros de historia y secretos de Hogwarts, se sorprendió al encontrar a Hermione ya inmersa en una pila de libros.

El ambiente estaba impregnado de ese inconfundible olor a papel antiguo y tinta, creando una sensación de historia y sabiduría acumulada a lo largo de los siglos. El susurro constante de las páginas de los libros al pasar daba la sensación de que los antiguos volúmenes estaban compartiendo sus secretos en voz baja. El crujir de las sillas al moverse y el eco de los pasos eran los únicos sonidos que rompían la tranquilidad de la sala.

La castaña, con su característico afán de conocimiento, no había perdido tiempo y estaba absorta en la lectura de un pesado tomo. Al percibir la presencia de Septimus, levantó la vista, y una mezcla de sorpresa y alivio iluminó su rostro.

—Viniste. —le dijo la castaña con una sonrisa.

—Te dije que te ayudaría —respondió él, sentándose en una silla a su lado, aunque claro que antes se aseguró que no había personas cerca suyo —. Estuve pensando estos días. Hay pocas criaturas capaces de petrificar.

—Estoy segura que tiene que ver con el agua que encontramos junto a todos los petrificados —dijo, dejando encima de la mesa el libro que tenía en las manos con los planos del castillo —. Los basiliscos sólo matan con su mirada, ¿verdad? Leí que hay de todos los tamaños. Tal vez uno pequeño pueda petrificar, incluso podría llevarse en un bolsillo.

—Por lo que sé es sólo su... —hizo una pausa para ver a la chica —¿dijiste que había agua en los lugares donde estaban los petrificados?

—Sí.

—Granger, el reflejo —casi de un salto se puso de pie y corrió a la sección de criaturas para tomar le libro de Newt Scamander: animales fantásticos y dónde encontrarlos —. Si no estoy equivocado... —recorrió rápidamente las páginas con los dedos, mientras que Hermione lo miraba expectante —¡Aquí!

Un chistido se oyó a lo lejos, pues la señora Pince no soportaba que se elevara la voz.

—Es un basilisco, Granger —explicó, señalando un párrafo —"los basiliscos tienen una mirada asesina, la cual deja sin vida a quien lo mire directamente a los ojos. Sin embargo, el reflejo de dicha es capaz de petrificar a cualquier ser" —leyó, plasmando en su rostro una sonrisa de satisfacción.

—Eso explicaría las zonas inundadas del castillo —corrió hasta la mesa en la que estaba sentada y con pluma escribió en un margen del libro —. Las tuberías.

—Pero, ¿y el heredero? —se preguntó el Lestrange, dejando de lado el peligro que traía la bestia —¿quién sería capaz de abrir la cámara y controlar a un basilisco? ¿Es verdad que Potter habla pársel?

—Por favor, Septimus, no creerás que...

—Por supuesto que no, Granger. Simplemente estoy descartando teorías —frunció el ceño en un gesto intelectual —. Tal vez Potter fue maldecido con Imperius por el verdadero heredero, obligándolo a hacer todo aquello.

—¿Acaso estás excusando a Harry? —en su rostro se posó una bonita sonrisa que sólo molestó a Septimus.

—No, no lo estoy excusando, simplemente lo estoy tomando por lo que es, un tonto que no sabe nada del mundo mágico, mucho menos de lo que es hablar pársel —replicó, reubicando la silla en la que se había sentado minutos antes —. Si me disculpas, debo irme. Tengo un partido de Quidditch que ver.

El Heredero de Regulus Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora