Septimus estaba leyendo atentamente el libro de licantropía que se llevó de la Biblioteca, la sala principal de la Mazmorra de Slytherin se encontraba vacía de alumnos, aunque claro, a excepción del pelinegro. Él pensaba atentamente si decirle a Artorius acerca de su nueva información sobre Orion, o no. El Black significaba mucho más que el Lestrange para Septimus, era obvio. Había llegado a ese momento en el que su moralidad y ética, luchaban contra su temor y obligación.
Si no respondía al Señor Tenebroso, probablemente moriría. Y si no estaba con su familia, él mismo se asesinaría. Eso era algo que también llegaba a su hogar. Los Lestrange esperaban que sea el segundo mago más poderoso del mundo, mientras que los Avery sólo querían que se mantenga fiel a todos sus ideales y deseos.
Ya era un momento en el que dejó de lado el libro, y sólo miraba el fuego.
Al fin y al cabo ¿Qué mal podría hacer Orion?, pues los licántropos nunca fueron problema para los Mortífagos, y no lo serían ahora. En ese instante, llegó a la conclusión de que no le diría a nadie acerca de su primo animago, sólo lo haría si se convertía en una amenaza para la misión. Pero no sólo pensó en eso, sino en las cosas que tenía que hacer, pensó en esa misión. Él no estaba tan loco como Barty Jr, o siquiera Artorius para hacer cualquier cosa que satisfaga a Voldemort, aunque eso incluya la muerte de alguien. Sí, Septimus había asesinado, no sabía si Artorius lo había hecho, pero la causa del asesinato al Auror era porque iba a asesinar a Rabastan, quien en ese entonces no era completamente conocido por su hijo. Y torturó sólo por la obligación que la voz del Señor Tenebroso decía. Era obvio que aquel momento era una prueba de lealtad, y él la pasó.
De repente, giro la cabeza hacia su lado derecho, y vio la carta que Barty, es decir, Ojoloco Moody le entregó. Por lo que salió a medianoche de la Sala Común de las Serpientes, para dirigirse al lado derecho de aquel largo pasillo. Sabía perfectamente donde se encontraba el almacén de Snape, pues los ingredientes para la poción estarían allí.
Todos los estudiantes estaban en el Gran Comedor, por lo que no tenía temor a que lo descubrieran.
- Alohom... - estaba apunto de abrir la cerradura del almacén de pociones, cuando oyó un fuerte aullido.
Guardó su varita dentro de la túnica, y comenzó a caminar hacia la salida del castillo, aunque claro, tardaría en llegar. Aunque su veloz andar provocó que llegara a los claros del castillo bastante rápido de lo esperado.
El aullido que oyó antes provenía del Lago Negro, por lo que con la varita en la mano comenzó a acercarse. No esperaba encontrarse nada, pues si aquel lobo era Orion, olería su aroma a la distancia, pero tampoco era idiota para acercarse a un hombre lobo si de eso se trataba.
Debían ser más de medianoche, pues la resplandeciente luna no estaba en la cima del cielo. Pero antes de que Septimus pudiera hallar al animal responsable de los aullidos, una mano lo tomó por el brazo, y lo arrastró hacia el interior del castillo.
- ¿Qué dem... - cuando estaba a punto de maldecir a la persona que le impidió descubrir a su primo, logró ver quien era - Profesor Snape -
- ¿Acaso quieres que te asesinen, Lestrange? - inquirió con su severa mirada hacia el joven - Creí que sacaste algo de inteligencia de tu madre -
- Creame, yo también lo creí - dijo con ironía mientras intentaba mirar las afueras del castillo.
- Hablando de eso, Lestrange. Hay algo que debo decirte - Ambos comenzaron a caminar hacia las Mazmorras - ¿Tienes el Diario de Regulus? -
- ¿Q-qué?...¿Cómo lo sabe? -
- Tu madre me prometió que te lo daría, y si ella cumplía esa parte del trato, yo debía protegerte - informaba el mayor con la vista en el pasillo oscuro.
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El Heredero de Regulus Black (En edición)
FanfictionSeptimus Sarvolo, un joven al cual le dan todo, pero lo dejan sin nada. Toda su infancia fue una pequeña mentira la cual vivió a la plenitud, hasta que llegar a esa antiquísima casa lo hace abrir los ojos. Su primo, casi como un hermano para él, se...