Sospechas

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Infortunadamente como en noches anteriores, Septimus tuvo la misma pesadilla que hace días; Unas esqueléticas manos lo arrastraban hacia el fondo de un río negro, y nunca podía zafarse. La pesadilla continuaba así hasta que la sensación de tener agua en su interior lo despertaba. 

No logró dormir en toda la noche, lo que claramente se hizo notar en una ojeras bajo sus ojos negros. Para cuando sus compañeros de cuarto se comenzaban a despertar, él ya estaba vestido con un libro de Aritmancia tapando sus ojos, pero era claro que para el Lestrange no era un simple libro, sino que se trataba del diario de Regulus Black, aunque no lo leía, de hecho, sólo intentaba ocultar que antes de que los demás despierten, estaba intentado cansarse haciendo flexiones y abdominales, sin embargo, cuando vio movimiento en sus amigos, rápidamente vistió la camisa de su casa, y se recostó.

A regañadientes, las serpientes comenzaron a levantarse, y en fila se dirigieron hacia el baño. El joven Mortífago los esperaba aún recostado en su cama, pero ahora con los brazos cruzados y los ojos fijos a la madera de su cama. Lo que él no sabía, era que aquella pesadilla lo atormentaría por mucho más tiempo. 

Finalmente, todos estaban vestidos con sus elegantes portes, aunque Crabbe y Goyle se quejaban de que tenían hambre. Por lo que bajaron las escaleras de las habitaciones, y llegaron a la sala principal, en donde muchos alumnos se encontraban charlando, leyendo libros o jugando al ajedrez. Mientras el grupo de jóvenes atravesaba la habitación, muchos Slytherin asentían en forma de saludo hacia ellos.

De repente, Septimus se detuvo abruptamente, y se giró hacia sus amigos.

- Antes de desayunar debo hacer algo - dijo el pelinegro, para que posteriormente los chicos continuaran su camino, liderados por Draco. 

Luego de que el grupo se alejara, el Lestrange se acercó a su primo Artorius, quien se encontraba a un lado de la Sala leyendo un libro. Al instante de ver a Septimus, el hijo de Rodolphus y Bellatrix supo de qué se trataba, por lo que dejó de lado el libro y junto con su primo menor comenzó a caminar hacia el Gran Comedor, pues debían desayunar.

- ¿Crees que Black es un Animago? - Artorius fue el primero en hablar, mientras subían las escaleras de las Mazmorras.

- No sólo un Animago - el ojinegro hizo una dramática pausa para luego continuar - Él confesó que las heridas que tenía eran de Licántropo, y la elfina de tu padre mencionó que aquella noche no comimos carne porque no tenían más - su mirada estaba perdida en el vacío, aunque percibía perfectamente en dónde debía pisar para evitar una caída.

- Fue él, lo sé - informó con seguridad el mayor, pero en su rostro se tornó con una cínica sonrisa - Así que ahora tenemos un sarnoso en la familia...- 

- No estamos seguros - interrumpió el menor - Pero debo investigar...tú mantén los ojos abiertos - 

Luego de aquella pequeña charla, los primos se separaron para ir al Gran Comedor por cuenta propia. Cuando el menor de los Lestrange ingresó, todo se volvió de la misma manera como cuando llegó la noche anterior, sólo que ahora no se sumió en un profundo silencio, sólo lo miraron hasta que se sentó en su mesa junto con sus compañeros, como si esperaran que los fuera a atacar o algo. 

Lo que el joven pelinegro notó, fue que no primo Black no se encontraba en la mesa de los leones, pero sí estaba el Trío de Oro; Potter y Weasley hablando, mientras que el pelirrojo se metía un gran bocado de pan a la boca, y Granger con su mirada color avellana, como siempre, perdida en un libro. 

Septimus tenía la clara idea de preguntarle a uno de los tres amigos de Orion acerca de su paradero, pero sería luego del desayuno, en el cual desayunó una simple taza de té con pastelitos de chocolate, aunque claro, de una manera completamente diferente a la de Ron Weasley, siendo ésta muy elegante y con educación, algo que el Lestrange notó que el pelirrojo no tenía desde el primer día. 

El Heredero de Regulus Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora