Razón

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El Lestrange continuaba pensando planes. Sentía como si Dumbledore lo estuviera mirando en todo momento por lo que intentaba no hacer nada que llamara más la atención del anciano. Era una gran ventaja que supiera controlar perfectamente la Oclumancia, pues se percató de que el Director lo miraba de la misma forma que él lo hacía cuando le leía la mente a alguien. 

- Deberíamos dejar de hablar en público - soltó Septimus dirigiéndose a Artorius.

- ¿Qué? - fue la respuesta de éste.

- Orion sabe, más que nadie, que te odio -comenzó -, y si nosotros estamos casi todo el día hablando sospechará - explicó con severidad y una perfecta paciencia. 

- ¿Me odias? eso es nuevo - 

- Te equivocas, primo, no es nada nuevo. Desde aquel día en el que me culpaste, decidí que te hablaría sólo por obligación como es en éste caso - su indiferencia podía llegar a sorprender a cualquiera, aunque Artorius sólo rió al recordar ése día, pero finalmente aceptó diciendo que sólo podrían hablar en la Mazmorra de Slytherin para posteriormente, girarse. 

Lo que siguió fue ver ingresar a Pansy en el Gran Comedor con algo extraño puesto, no sólo extraño para un Slytherin, era la corbata de los colores Gryffindor.

- ¿Qué demonios, Pansy? -  preguntó Draco con un indignado y a la vez molesto tono. 

Se escuchaba el murmullo de las otras casas cuando vieron a la joven con aquella prenda, pero la mesa que más sorpresa tenía era la de los leones. 

- ¿De quién es? - preguntó Zabini tan sorprendido como los demás, aunque Septimus sólo miraba con los ojos entre cerrados buscando las respuestas para la situación.

- Black - respondió con despreocupación. 

En ese mismo instante, Septimus supo que su compañera estaba haciendo eso sólo para mortificar a la castaña de rizos que el Lestrange estaba apunto de ver. Granger tenía los labios fruncidos y la nariz arrugada junto con el ceño fruncido, estaba enojada y Septimus lo notó a la legua. Todo el colegio en ese instante estaba pensando en que la serpiente había estado con un león y, para la mala suerte de muchos, el único Gryffindor que no se encontraba allí era Orion Corvus Black. 

El menor de los Lestrange oía la risa de su primo mayor junto a la de sus amigos, pues, para muchos era algo completamente gracioso y para otros, la mayoría, era algo envidiable el hecho de poder estar de esa forma con Pansy Parkinson, pues había que admitir que era una de las estudiantes más guapas de la escuela, pero también una de las más malas con la que había que saber cómo tratar. 

En ese mismo instante, la "cerebrito" del colegio se levantó de su mesa y emprendió camino hacia donde se encontraban las serpientes. Granger se detuvo frente a Parkinson, y ambas comenzaron una discusión en la que la Slytherin salía ganando con cada palabra indiferente que decía.

- Él dijo que ya no estabais juntos, no es mi culpa que necesite otro tipo de...- la miró de arriba abajo -...que necesite una mujer - 

- ¡¿Y eso te da derecho a estar con él?! - 

- Sí, y deja de gritarme, asquerosa sangre sucia - la sonrisa de Pansy era lo que más irritaba a la leona. 

Las demás mesas intentaban oír lo mejor posible, aunque los mejores espectadores eran los de la mesa de Slytherin, quienes algunos intentaban ocultar sus risas. Lo que más molestaba a Septimus era que ahora todos veían a la Granger como una tonta, a Orion como un ganador y a Pansy, como siempre, como la "Reina de la escuela" que tenía siempre todo lo que quería. 

- Eres una zorra, Parkinson - posteriormente 

Luego de unos instantes todo el comedor volvió a su murmullo habitual, aunque sin olvidar lo sucedido. Granger había salido furiosa del lugar, y aunque muchas serpientes querían reírse de ella, estaban más atentas a preguntarle a Pansy cómo era Orion. Al cabo de un rato, Septimus comenzó a cansarse de escuchar el nombre de su primo en todos lados, por lo que se disculpó, se levantó y se fue. 

El Heredero de Regulus Black (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora