Los días fueron pasando en Hogwarts. Todo se había vuelto diferente. Parecía que los estudiantes comenzaban a hartarse de los extranjeros. Los pasillos eran tan silenciosos como los de la Mansión Lestrange. Todo estaba apagado en las mazmorras desde que Septimus y Artorius volvieron de la enfermería. Desde entonces, el miedo hacia los primos había vuelto. Las palabras que el menor de los Lestrange había dicho aquel día provocó las serpientes, nuevamente, sean respetadas.
Septimus, al igual que la mayoría, había caído en aquel lúgubre e indefenso silencio. Los últimos días no había asistido a clases. Se excusaba con los profesores diciendo que no se sentía completamente bien. Se pasaba las horas sentado frente a los enormes ventanales que permitían ver el fondo del Lago Negro. Aún recordaba el día en el que su visión de la verdad cambió. Recordaba lo que ocurrió cuando regresó con Artorius a las mazmorras luego de haberse cruzado con Nikolai Krum y de evitar que su primo lo asesinara. Nunca dedujo por qué fue que no permitió que Artorius dañara al búlgaro, fue mero instinto, pero claro que no se pasó por su mente proteger a la persona que puede cuidar a Orion ¿Verdad? Lo había pensado, claro que lo hizo. Sin embargo, se golpeó mentalmente cuando inconscientemente volvía a preocuparse por Black, quien ya no volvería a ser el mismo para él.
Inicio de Flashback...
Septimus y Artorius oyeron como el pasadizo de la mazmorra de Slytherin se cerraba tras ellos. No había demasiados estudiantes allí, por lo que el mayor creyó que era el momento para saciar sus dudas.
—¿A qué te referías con el daño que Black le hizo?
El menor se giró para encontrarse con la inquisitiva mirada de su primo, para luego suspirar y responder:
—Krum está enamorado de Black. Y hace unas noches, ellos...— el ojinegro se detuvo ante la mirada del contrario —.Pero al parecer crecer en nuestra familia le enseñó algo a Orion, pues lo encadenó para que no dijera nada.
—Que orgulloso me siento— dijo Artorius con ironía pero sin quitar aquel rostro de asco que le produjo saber los "gustos" de su primo.
Minutos después, los primos notaron como los puntos de Slytherin habían bajado, por lo que, frustrado, Septimus exigió que sus compañeros sea dignos de tal casa.
—Los magos más poderosos de la historia se forjaron en Slytherin ¿Y nosotros qué hacemos? Nada, absolutamente nada. Los simios búlgaros ocupan nuestro lugar y nosotros sólo los dejamos. Hagamos que Salazar Slytherin esté orgulloso de las generaciones que pasaron por aquí.
Fin del Flashback...
Claro que Septimus parecía estar hablando para los estudiantes de su alrededor, sin embargo, se hablaba a sí mismo. Ahora, recostado en el encuerado sofá negro de la mazmorra, fue interrumpido por la presencia de Blaise Zabini, quien se olvidaba uno de sus libros de encantamientos, mas al ver a su amigo decidió acercarse. En los días anteriores, Septimus se había alejado de sus amigos, pero al volver, no tenía la fuerza suficiente para volver con ellos.
—¿Cómo te sientes?— pregunta el moreno con un tono que enfermó al Lestrange.
—Blaise, cambia ese tono, no estoy muriendo.
—Intento ser comprensivo, idiota— dijo con una sonrisa mientras se sentaba a un lado del contrario.
—Pues eres pésimo, de verdad— Septimus se levantó para darle espacio.
Se quedaron unos minutos en silencio, viendo las llamas de la chimenea, hasta que fue el moreno quien habló cuando vio un pedazo de la Marca Tenebrosa en el antebrazo de su amigo.
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El Heredero de Regulus Black (En edición)
Fiksi PenggemarSeptimus Sarvolo, un joven al cual le dan todo, pero lo dejan sin nada. Toda su infancia fue una pequeña mentira la cual vivió a la plenitud, hasta que llegar a esa antiquísima casa lo hace abrir los ojos. Su primo, casi como un hermano para él, se...