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Esa hora solía ser demasiado temprano para muchos de los alumnos de Hogwarts, especialmente los de primer año. Pero para Septimus era la hora perfecta para ir a la biblioteca y encontrar la paz que sólo encontraba en su casa.
Desde el comienzo del año había ido tantas veces a ese sitio que la señora Pince, la bibliotecaria, lo recibía todos los días con una sonrisa que él siempre le devolvía. Era como si estar rodeado de libros y envuelto en el olor de pergamino viejo cambiaba su humor. Allí siempre estaba bien.
La sección prohibida siempre le llamó la atención, pero era obvio que la señora Pince no lo dejaba entrar sin la autorización de un profesor, a pesar que él siempre dijo que sólo quería dar una vuelta. Le encantaría saber qué tipo de libros estarían prohibidos y porqué. Era un fiel creyente de que el aprendizaje no debería tener barreras por muy peligroso que sea.
Alguien que también siempre se le unía era Hermione, aunque no se despertaba tan temprano como él, cuando el sol apenas comenzaba a salir. Ella se sentaba frente a él y juntos leían en silencio, acompañados de dos velas que acogían el ambiente y a veces iluminaban los libros. Y al final del día, se juntaban otra vez en la biblioteca y compartían opiniones sobre los libros que leía.
—Buen día, Septimus— le dijo la castaña esa mañana, sentándose como siempre frente suyo.
—Buen día, Granger, ¿qué leerás hoy?— le preguntó sin quitar los ojos de su libro sobre magia antigua y como hay familias que están conectadas entre ellas.
—La biografía de Phineas Black, fue director aquí en Hogwarts— explicó, dejando el pesado tomo encima de la mesa —¿Lo conoces?
—Sí, he oído de él.
En cuestión de segundos los dos se quedaron en silencio, leyendo sin parar páginas y páginas de sus libros. A Septimus le gustaban esos momentos, incluso parecía olvidarse de que su acompañante era de padres muggles, o no era que se olvidaba, sino que no le importaba. Pero todo cambiaba cuando cruzaban esas dos puertas, cuando él la llamaba sangre sucia y ella lo evitaba a toda costa en los pasillos.
De vez en cuando hablaban de otras cosas. Dejaban descansar sus ojos y conversaban.
—¿De qué trabaja tu madre? —le preguntó ella una vez.
—Administra el negocio de su familia, los Avery —respondió Septimus con un rostro tranquilo, mirando por la ventana como las gotas caían —. Es un negocio de comida para eventos importantes, aunque ella nunca está presente. Simplemente hace que todo funcione desde casa.
—Como un servicio de catering —exclamó Hermione con una sonrisa, encontrando una similitud entre mundos.
—¿Disculpa?
—Un servicio de catering es una empresa que prepara la comida para los eventos como cumpleaños, fiestas, bodas, reuniones. Es bastante común para los muggles.
—¿Tus padres a qué se dedican?
—Son dentistas— el rostro confundido de Septimus la sorprendió —¿No tienen dentistas aquí?
—Supongo que no.
—¿Cómo se arreglan los dientes? ¿Cómo se quitan las caries? ¿No tienen revisiones?
—Hay pociones y encantamientos para todo, Granger— comenzó a juguetear con su varita —. En mi caso tengo un elfo doméstico. Él se encarga de darme pociones y brebajes que necesito para estar sano.
—¿Elfo doméstico? ¿Tienes uno?
—Claro que sí. Su nombre es Loncher y ha estado con mi familia los últimos setenta años.
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El Heredero de Regulus Black (En edición)
FanficSeptimus Sarvolo, un joven al cual le dan todo, pero lo dejan sin nada. Toda su infancia fue una pequeña mentira la cual vivió a la plenitud, hasta que llegar a esa antiquísima casa lo hace abrir los ojos. Su primo, casi como un hermano para él, se...