Prólogo

793 52 22
                                    

— Entiendo que no puedo suplicarle una vez más pero nada se detiene, solo vivo para el –lloro Guillermo siendo consolado por su único y mejor amigo, Andrés Guardado que también era anti Rafael.

No solo por ver cómo su mejor amigo casi hermano sufría por como no era valorado en muchas cosas por culpa del mayor y este en vez de protegerlo se burlaba o iniciaba algún tipo de burla hacia el de rizos haciéndolo sentir más miserable si no que también fue víctima de sus encantos pero entendió que todo fue una farsa cuando descubrió la primer infidelidad, no se quedaría en una relación donde lo hacian pendejo, el valía más que eso aunque en un inicio fue difícil si tomamos en cuenta todo el amor que le tenía a Rafael.

Guillermo tenía 19 años pero estaba enamorado desde los 15 de su "amigo" Lionel Messi el cual conoció, el argentino es menor a el por un año

Su hermano tenía 22 años así que era mayor al rizado por tres años.

— Entiendo que esto te duela Memo, pero no puedes detener tu vida por esa relación que no es tuya.

Si, Lionel y Rafael parece que vivieron una hermosa historia de amor que hacía que tuviera una relación de ya un mes y apenas le dijeran a Guillermo por un descuido de ambos respecto a ruidos de mal gusto, no entendía como los padres del argentino podían aceptar una diferencia de cuatro casi cinco años de diferencia, de sus padres se lo imaginaba pero no de los de Lionel que estaban encantados con su hermano.

— Lo se pero yo le dije desde un inicio a Rafael que tenía sentimientos por Leo, si no tuviera esa maldita maña de rompe corazones me daría igual, que sean felices pero me da miedo que lo dañe, ¿Por qué lo vio a el y no a mi? Yo siempre estoy a su lado Andrés... Si yo le gustará podría protegerlo de cualquier cosa pero así se me dificulta y...

El llanto volvió.

Lionel es su primer y único amor según el, lo ama apesar de que este ame a su hermano, una vez más recuerda que solo es una sombra de su hermano mayor los meses pasarían y bueno, la amistad de Lionel y Guillermo se desvaneció pero volvía fuerte cuando Lionel apareció con un par de moretones y llanto buscando apoyo, hoy era uno de esos días, Guillermo jugaba con su Nintendo pero escucho el timbre y fue a recibir a quien sea que fuera, al abrir Lionel lo abrazo con tanta fuerza que pensó que iba a morir.

— Ay diosito –hablo sin casi aire– ¿Leo?

De parte del menor solo hubo un incremento del llanto, sus padres no estaban y su hermano había salido, cerró la puerta y lo cargo haciendo que esté pareciera un Koala, lo recostó en el sillón y se sentó haciendo que el menor descansará su cabeza en su regazo mientras le acariciaba el cabello.

— ¿Que paso chaparro?

— M-Me termino Guille, Rafa me terminó... Que no le doy lo que necesita.

Tremendo hijo de puta que era su hermano. Lionel era todo lo que alguien pudiera desear, lo que Guillermo deseaba, consoló a su amigo porque al final del día eso eran le gustará o no, más tarde llegó Rafael, parecía que llegaba del gimnasio, al ver a ambos juntos hizo una mueca de disgusto, sus padres llegarían hasta más tarde.

— ¿Amor pero que haces acá? –pregunto Rafael fingiendo inocencia.

— Q-Quiero hablar con vos, cariño no podemos dejar esto así y...

Recibió un beso lo cual lo hizo confundir porque su mensaje de eres odioso quedó claro pero no se quejo, correspondió para abrazarlo después.

Guillermo veía la escena con molestia justificada.

— Gracias por tu servicio Memito, preparas la cena para nuestros padres –se despidió subiendo con Lionel.

Oh dios, que asqueroso era escuchar los gemidos de Rafael y Lionel juntos, parecía que lo hacían adrede para molestarlo, puso música en la bocina para ignorar el ruido.

Se encargo de hacer pasta con albóndigas para cuando sus padres llegarán del trabajo.

Cuando estos llegaron parecía que no había un alma en casa, solo así pararon los gemidos y se sentía agradecido.

Cómo rutina sus padres pidieron que Rafael bajara para cenar, Natalia, su madre puso la mesa con tres platos, era normal que Guillermo se sirviera solo y en poca cantidad, solo se preguntaba porque no había bajado Lionel pero supuso que esté se fue mientras cocinaba, tal vez fue eso.

La cena fue normal para el, fue completamente ignorado, el centro de atención era Rafael de nuevo ¿Por qué creía que sería diferente?

Sus padres subieron a dormir y Rafael igual, decidió limpiar la cocina y lavar trastes hasta que escucho un golpe después de un quejido, salió a ver qué era, parecía ser un ruido en la sala, ahí vio a Lionel cómo si fuera un espía intentando irse.

— ¿Pero que?

— Shhh –pidio Lionel casi de rodillas, Guillermo entendió pero aún así no apagó la luz.

— ¿Por qué te escondes si mis padres te adoran?

No tuvo un respuesta.

— ¿No has comido cierto? –pregunto y hubo una leve negación, Guillermo lo llevo a la cocina para comenzar a servirle algo de comer– habla normal, no van a escucharte.

— Casi caigo de las escaleras...

Hablaron como si apenas se hubieran visto, le sirvió pasta y una albondiga a Lionel y lo vio comer pero de verdad tenía que preguntar.

— ¿Por qué otra vez vuelves con el?

— Pues lo amo ¿No es obvio?

— Lo se pero Leo, eso no es sano...

— Vos no has tenido una relación, nunca te has enamorado Guille, no opines de esto.

Eso los dejo en silencio, Guillermo si que se había enamorado, de la persona menos indicada pero lo hizo y le dolía ver a quien amaba rogando a alguien que no merecía todo su amor, Lionel merecía lo mejor de este mundo y le daría igual si con el que saliera lo hiciera feliz pero no era tan bueno el caso.

— Pero se que las relaciones no deben de ser así Leo, te lo digo yo que soy su hermano, no te conviene ser su pareja.

— Lo decís porque lo odias ¿Crees que no lo sé? Rafa me dijo que lo odias por razones tan estúpidas, buscas siempre hacerle la vida imposible lo cual ya que llegamos al tema no esta bien por sos su hermano, deberías protegerlo y...

— ¡No te metas en mi vida! –grito en susurro molestó.

No lo odiaba, solo sentía que era difícil lidiar con el pero siempre se mantenia alejado, lo que menos deseaba era perjudicar a su hermano de cualquier forma, el no tendría que proteger a Rafael, debería ser al revés y de igual forma no lo hacía.

— No te metas en la mía entonces, mejor me iré, chau hijo de puta.

Volvieron a pelearse gracias a Rafael.

El argentino con cuidado salió de la casa y Guillermo le siguió desde atrás para ver qué llegara bien, ese chico era su ruina.

Sweet Dreams | MechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora