Guillermo no solo tiene que cuidar sus propios sentimientos, ahora también los de Leo que es el triple de sensible y apesar del trabajo siempre encuentra un tiempo como ahora, compro unas piezas de cerámica en blanco para pintar y lo estaba haciendo con Lionel.
Por parte de Lío lo único que cambio es que se sentía en compañía por Guillermo pero con Rafael era igual o tal vez no, algo paso y no sabe muy bien el que pero Andrés y Rafael se solían ver para encuentros.
Apenas había pasado una semana.
— ¿No el pez de la sirenita es amarillo? –pregunto Lionel mirando al pez de color rojo con azul.
— No, ese es el cangrejo.
Analizó sus propias palabras y decidió buscar en internet, se había equivocado y muy fuerte, escucho risas de Lionel riendo por ello.
— Es que el arte es abstracto –dijo Guillermo riendo ante su equivocación– por cierto ¿Pasarás la noche con Sergio, no?
— Quiere que lo haga, Javier va a la fiesta de unos amigos a los cuales no le agradan y quiere que hagamos pijamada con el Benja.
Guillermo también iría a aquella fiesta, amigos no tan cercanos que tenían en común.
— La tuya si quedo muy bonita.
La de Lionel era un espacio de plato en forma de gato que era pequeño pero lo hacían lucir los detalles de ella.
— Gracias Guille, debería ir a cambiarme, no creo que el pez quede más rojo de lo que está.
Era una burla clara que hizo a Guillermo sonreír.
Más tarde Lionel estaba en casa de Sergio, jugaba con Benja que de vez en cuando acariciaba su estómago hablando con su futuro primito, le daba tanta ternura que solía derramar lágrimas cada vez que Benjamin lo hacía.
— ¿Ya pensaste en un nombre para el nene? –pregunto Sergio con palomitas en manos.
— Tengo tantos nombres pero quiero la ayuda de Guille para decidir, Diego, Thiago, Julio, Alejandro... Aún no lo se, cualquiera suena bien.
— Me parece bien, intente llamar a Javier pero mando directo a buzón, creo que se está divirtiendo con el tequila.
Se sabe de primera mano que Javier en fiestas se descontrola con el alcohol y por eso no lo hacía tan seguido.
Y claro que se estaba divirtiendo.
Javier cantaba sobre la mesa un corrido tumbado mientras Guillermo cuidaba que no se cayera, ambos no habían pasado del hola pero el último sentía una responsabilidad con Javier para su bienestar y como no hacerlo si este se sentía inmortal, ya lo había salvado de tres posibles caídas que acabarían en algo grave.
Parecía su misión ya que el solo tomaba tequila con refresco y poco a poco para que no le pegará.
— Tu amigo si se está divirtiendo eh –hablo una chica detrás de Guillermo.
Este volteo y dio una sonrisa nerviosa.
— Es que creo que casi nunca sale.
— Karla Mora, un gusto –tomo iniciativa la mujer con una linda sonrisa en su rostro.
— Guillermo Ochoa, el gusto es mío, supongo...
No era bueno socializando, ahí el motivo de la escasez que tenía en amistad, cuando iba a intentar decir algo más escucho un sonido algo fuerte y volteo rápidamente viendo como Javier cayó no tan fuerte gracias a qué lo hizo entre dos chicos que iban pasando y pudiera amortiguar un poco la caída, Hernández intento levantarse y ahora sí cayéndose al frío suelo.
— ¡No mames! –dijo Guillermo para revisar a Javier que solo reía divertido.
Se había pegado y raspado una parte del brazo que se veía posible a sangrar
— Siempre llevo un botequin por mis amigas, puedo curarlo... –ofrecio Karla.
— Eso sería muy amable de tu parte, por favor porque si no van a cobrarmelo como nuevo.
Ni siquiera sabe cómo hizo la chica para hacer una conversación cómoda mientras curaba a Javier y este se quedaba dormido poco a poco.
— ¿Entonces te gusta el América? –pregunto Guillermo emocionado.
— Suelo ver sus partidos, no soy fan del fútbol pero es el único equipo que me agrada.
Javier se despertó y rápido intento pararse para ir al baño, vómito pero termino haciéndolo en el suelo lejos de la gente.
— Será mejor que lo lleve a casa ya, nos vemos Karla, fue un gusto conocerte, hablo en serio.
— ¿No me darás tu número o algo?
— ¡Claro! Y-Yo... –se lo dio algo nervioso y con rapidez fue por Javier para llevarlo a el coche y después a su hogar.
Javier habia llegado con un par de amigos así que les aviso que lo llevaría, menos mal porque todos estaban igual o peor que Javier, lo subió con cuidado en el coche en la parte de atrás y condujo sin mucho problema.
— Memo, Paco, Memo, Paco, Memo, Paco, MEMOOOO –grito Javier cuando esté no le prestó atención.
— ¿Que paso? –respondio Guillermo sin dejar de ver al frente.
— Te quiero yo y tú a mí, somos unos amigos felices... –rio Javier mientras se acostaba en los asientos y cerraba sus ojos.
— Así ni va...
— Ay Paco, que pendejo –suspiro Javier para después quedar dormido.
Al llegar al hogar de "el borracho" lo bajo y con cuidado subió las escaleras hasta llegar a el departamento, tocó la puerta y tardo un poco pero abrió Sergio.
— Dios mio, gracias Guille ¿Podés dejarlo en el cuarto? –pidio Kun para después ver a Lionel como si le dijera algo con la mirada a lo que este rapido negó.
Guillermo lo hizo sin ningún problema, al volver pudo ver a Benjamin dormido en el sofá y Lionel sentado a su lado mientras acariciaba el cabello de sus sobrino evitando miradas de Sergio que intentaba convencerlo de algo.
— Si no lo haces tú lo hago yo Lionel –amenazo Kun.
El mexicano se acercó a Lionel poniéndose de cunclillas para acariciar la mano del menor.
— ¿Paso algo?
— N-No.
Al instante volteo a Sergio pidiendo una respuesta porque sabía que Leo podía ser muy aferrado.
— Dice que le duele el vientre, tiene un poco de fiebre y no quiere ir a dónde un doctor.
Enseguida el mexicano se levantó y con su mano tocó la frente de Leo que estaba demasiado caliente.
— Solo es estrés, es todo.
— No es todo Lionel, estás hirviendo ¿Por qué no me llamaste? Vamos a un hospital.
— Yo no quiero, no... –negó Lionel intentando mantenerse sentado.
En un momento Lionel ya era obligado a entrar al auto, sus ojos se cerraron y su cuerpo se hizo como una pluma, se había desmayado, Sergio ya estaba arriba en su departamento en espera que Guillermo le avisará cualquier cosa, más que nada porque tenía a un borracho y a su hijo.
— Leo tampoco exageres –pidio Guillermo que aún lo tenía en brazos, lo movió un poco pero no hubo reacción alguna.
No estaba fingiendo, con cuidado y con la suerte de que justo pasaban taxis tomó uno, tenía que asegurarse de mantener sentado a Leo ya que con el bebé no lo podía acostar en la parte de atrás o algo por el estilo.
Definitivamente algo estaba mal.
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Sweet Dreams | Mechoa
أدب الهواةLionel se enamoró de la persona equivocada, Guillermo siempre estuvo para el, sin embargo solo era la sombra de su hermano mayor, Lionel lo creía así.