13: Soledad

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Cuando Guillermo y Lionel se conocieron hubo una conexión única, con quince y catorce años creían que estaban en una buena edad para tener una relación.

Guillermo quedó flechado por Lionel y este comenzaba a desarrollar sentimientos por el mexicano pero todo se fue a la mierda cuando el menor conoció al hermano mayor de su amigo, fue amor a primera vista y cualquier sentimiento hacia Guillermo disminuyó.

En ese tiempo Guillermo no quería aceptar que su hermano mayor siempre buscaba perjudicarlo así que como un tonto le contó a su hermano lo mucho que le gustaba un argentino, no esperaba que tiempo después viera coqueteos de Rafael y Lionel.

Volviendo a la actualidad, ahí estaba Leo, en el coche con la pareja, Sergio y Javier, en la parte de atrás claro, a un lado Benja en su silla durmiendo, habían ido a cenar aunque Leo fue un poco muy obligado a ir porque le daba pena.

Al llegar al departamento Lionel solo iría por su teléfono y Javier lo llevaría a casa de los Ochoa por que ya era demasiado tarde pero en la puerta se encontraron con Guillermo hecho un lío, se le veían los ojos hinchados de tanto llorar.

Tal vez a Lionel se le pasaron las horas volando y no creyó necesario avisarle a Guillermo que iba a salir porque pensaba que llegaría antes que el mexicano y al no tener su celular no pudo contestar llamadas o mensajes.

— ¿Por que no contestas las llamadas? –pregunto Guillermo abrazando al menor tembloroso– te estoy buscando hace horas, pensé que algo malo te había pasado Lionel, te fui a buscar en casa de tus padres, con amigos, es la tercera vez que vengo.

Ignoró por completo que ahí estaba Javier y Sergio, estaba aliviado de ver a Lionel bien, llegó temprano y al no verlo le mando un mensaje, espero una hora, empezó con llamadas y después a buscarlo fuera de casa al confirmar que no estaba con su hermano.

Hubo una corta despedida y agradecimiento a Sergio y Javier cuando ya estaba en el auto de Guillermo que le ayudo a su ir primero por seguridad, después el se sentó en el asiento del conductor y recargo su cabeza en el volante.

Había un silencio tenso hasta que escucho leves sollozos, eran de Guillermo que dios, se había asustado en verdad, busco como loco en toda la casa, con los padres del argentino, al departamento de Sergio y muchos lugares más, pensó que le había pasado algo malo a Lionel y tan solo con esa idea lo hacía querer desparecer el mismo.

— Guille, en verdad lo siento, yo olvide avisarte...

— Da igual, estás bien, estás aquí, solo fue un mal susto.

Hablo Guillermo calmandose mientras comenzaba a conducir, mientras tanto Sergio estaba acostando a Benja en su cuna cuando vio a Javier acercarse.

— Para mi que Guillermo se volvió enamorar del Leo.

— ¿Que decís Javi? Nunca lo ha dejado de amar, se le nota por como le mira pero para mal Leo está enamorado de Rafa.

— ¿Leo sabe?

— Si no entiende que Rafael no le hace bien mucho menos va a ver los sentimientos de Guillermo bobo.

Tal vez solo faltaba que Lionel se diera cuenta de todo lo que pasaba a su alrededor.

Al llegar a casa ambos pudieron ver a Rafael con Andrés en el sillón dándose afecto.

Guillermo solo suspiro decepcionado por su amigo y hizo que Lionel subiera al cuarto

Siete meses contaba Lionel ahora mientras subía al cuarto, sonrió un poco al saber que su bebé ya estaba cerca intentando evitar pensar en la escena que vio abajo, quería llorar y gritarle a Rafael que debería estar con el pero sabía que solo haría que este se enojara.

Volvieron a esa habitación que se convirtió en algo que le daba frío a Lionel, no se sentía cálida como cuando llegaban a platicar sobre su día o fútbol.

— ¿Entonces fuiste con mis padres?

— Si.

— ¿Cómo están ellos?

Lionel no pudo evitarlo, los extrañaba como nunca, deseaba que sus padres lo perdonará y desearan conocer a su futuro nieto o nieta.

— No hablamos más que lo necesario, supongo que bien.

No le diría a Lionel que en cuanto sus padres lo vieron le dijeron que se encargará de decirle a Lionel hasta de lo que se iba a morir.

La tensión en el ambiente estaba ahí, Lionel no sabía que más hacer para volver a la normalidad con Guillermo y con el "amor de su vida" que se daba besos con Andrés como si no hubiera un mañana lo hizo ponerse sensible.

— Buenas noches –dijo Guillermo para acostarse y apagar el foco que iluminaba su parte del cuarto por así decirlo, cerro los ojos intentando dormir.

— Buenas noches Guille... —hubo una pausa dónde apagó la luz y se acomodo para dormir aunque fuera incomoda cualquier posición— Ganó el América ¿Cierto?

No hubo respuesta, Guillermo era de dormirse fácil aunque claro, Lionel estaba sobre pensando, tal vez ahora hasta lo ignoraba, con lágrimas en sus ojos intento dormir.

No pudo, fue al baño, algo que despertó a Guillermo pensando que era de las tantas veces que le daban ganas de hacer pipí en madrugada así que volvió a dormir, pero volvió a despertar cuatro horas después, había un frío mortal, se paró para asegurarse que el argentino estuviera bien tapado pero no estaba ahí, seguía en el baño lo cual preocupo, no sabía si había ido de nuevo o seguía ahí desde hace rato.

— ¿Leo? –pregunto Guillermo tocando la puerta, al acercarse más pudo distinguir que los sonidos bajos eran sollozos, entro al baño que no estaba con seguro y encontró a Lionel sentado en el inodoro con la puerta abajo, llorando e intentando callar esos sonidos, mucho más viendo que había despertado al mayor– ¿Paso algo?

El menor nego pero claro que le pasaba algo.

Se sentía solo.

Quería estar en su casa, estar en casa de los Ochoa solía darle un sentimiento de cuando eres niño y vas a una pijamada pero a media noche quieres ir con tus padres pero esto no era una pijamada, sus padres negados a volver a hablar con el, deseando recibir cariño de Rafael que nunca llegará porque apesar de que no quiere aceptarlo el mayor jamás le demostró afecto cuando estaban solos y aún no había un bebé, menos lo haría ahorita. Sintio unas manos sobre las suyas acariciando las intentando dar apoyo, después Guillermo lo saco del baño y con cuidado lo acostó en su cama sentándose a un lado para acariciar su cabello después de asegurarse a taparlo bien.

— ¿S-Son las hormonas? –pregunto Lionel como si el mayor tuviera alguna respuesta– odio que me veas así, si no cargará con este bebé lo más seguro es que no estaría con ganas de llorar todo el tiempo.

— No puedes fingir ser fuerte todo el tiempo Leo, puedes llorar, hablar o solo quedarte en silencio, yo estaré aquí.

El argentino decidió por llorar, por todo lo que tenía guardado desde hace tiempo, agradecía que con Guillermo estaba acompañado pero no habían preguntas de por medio, solo permanecía ahí para hacerle saber que no estaba solo.

Guillermo ya se imaginaba el porque de su llanto, tenía que dejar de alejarse de Lionel, sabe que no es algo que pueda arreglar pero nuevamente el argentino no tiene la culpa de que esté tan enamorado de Rafael.

Sweet Dreams | MechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora