08.

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— Pol' una mielda', sabes que odio cuando fuman. — regañaba Victoria a Mar mientras iban camino a casa.

Los hermanos iban en los asientos de adelante callados mientras las amigas iban atrás. Mar estaba en una especie de trance aún, pero la pasaba mal por el sermón de Victoria el cual siguió cuando llegaron a casa.

— Puñeta, cállate un siglo, igual te la perreaste estando high, de qué te quejas? — exclamó Mariana un tanto fastidiada por las quejas de la rubia.

Mar rió bajito por la reacción de la pelicorto. Victoria no dijo nada más. Mauro también reía, pero este caminaba ya por las escaleras rumbo a su habitación. Mariana imitó la acción de su hermano dejándolas solas en el living.

La morena no decía nada, no le salía palabra, estaba bastante drogada aún como para decir algo. Tranquila caminó hasta la cocina y buscó agua, Victoria la seguía y Mar podía sentir su presencia.

— Ah.. coño, que rico. — susurró la pequeña cuando probó un pedazo de pizza.

Victoria la miraba atenta. Aquello le había revuelto las entrañas y un poco más abajo. Se acercó de a poco a ella, tenía muchas cosas en mente. Si bien le había molestado que fumara sin estar acompañada de alguno, no podía negar que bailaron muy a gusto.

Al estar ya más cerca, no pudo evitar más su impulso y la tomó del rostro para plantarle un beso. Mar se quedó paralizada por unos segundos y luego lo siguió, pensaba que era una mala jugada de la marihuana pero al tocarla se dió cuenta de que era real.

Lo que más había anhelado desde que supo que estaba enamorada de Victoria era un beso y lo estaba obteniendo justo ahora.

El trozo de pizza terminó en el suelo, ambas se besaban de una manera desesperada. Victoria acorraló a la morena contra el mesón de la cocina, colocando una de sus piernas entre las de ella y presionándole en su centro con la rodilla. Mar gimió entre besos.

La rubia sintió como comenzaba a moverse contra ella.

Sonrió entre los besos, no quería tocarla, o sí... pero quería respetar su espacio pues no sabía si lo que había pasado anteriormente aún le perturbaba. Bajó sus besos al cuello de Mar, quien seguía en su faena de restregarse contra la rodilla de la otra.

Lo sentía realmente rico. Los efectos de la marihuana que tenía en el cuerpo le hacían sentir muchísimo más. Estaba experimentando algo que nunca había sentido.

Victoria la apretó un poco más hacia ella y volvió a besarla, callando sus pequeños gemidos. Sentía como el cuerpo de la morena comenzaba a temblar por el orgasmo que se acercaba. Victoria juntó su frente con la de ella.

— Dale, mami... córrete. — le susurró con una voz ronca y agitada mientras le miraba los ojos color caramelo que tenía su amiga.

La otra no aguantó más, su cuerpo explotó en un orgasmo. Tuvo que tomar de los brazos a Victoria para sostenerse mejor, todo el cuerpo le hormigueaba de placer.

Aún con sus frentes juntas, Mar cerró los ojos intentando calmar su respiración. Victoria fue separándose poco a poco hasta quedar en frente de ella de nuevo.

La morena abrió los ojos y la miró. Podía jurar que su cara había tomado un color rojo. ¿Qué mierda había sido todo eso?

Destino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora