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— ¡Alissa! — la voz de miko se escuchó abajo en el living.
Mar se sobresaltó, estaba dibujando en su iPad para pasar el rato. Miró el reloj de la mesita y suspiró, dejó a un lado todo y bajó a ver qué sucedía.
— Cállate gorda te van a putear — decía Mariana intentando sostenerla junto con su hermano.
La morena miró la escena sin saber que decir, Victoria estaba en un estado de ebriedad que nunca había visto, al menos no en mucho tiempo.
— Son las tres de la mañana María, despertarás a todos en el edificio si sigues gritando así. — dijo seria
Mauro negó.
— No te prestará atención, mírala como viene
Mar volvió los ojos hasta su novia, quien prácticamente se dormía parada y luchaba con ello.
— Dónde estaba... — preguntó en un susurro.
— En casa, ya habíamos llegado del club, no te preocupes, solo estábamos nosotros. — confortó Mauro, más que nadie sabía lo que pasaba por su mente ahora.
Ella asintió.
— Ayúdenme a subirla — pidió de favor.
Entre los tres llevaron a la rubia hasta la habitación, llevándola luego al baño.
— Gracias, me hago cargo desde aquí — sonrió un poco.
Mariana asintió, suspirando y saliendo de la habitación. A veces Victoria les daba bastantes dolores de cabeza.
— Sea lo que sea que haya sucedido, háblenlo bien, ella te ama enana — dijo Mauro mientras le miraba — Ah... y me debes dos botellas de whiskey — bromeó, dejándole un abrazo para luego salir de ahí.
Mar volteo a ver a su novia, tirada en el suelo del baño con una borrachera monumental.
— Te quiero matar a veces. — murmuró entre dientes y se agachó para comenzar a quitarle la ropa, una ducha de agua helada era lo que le esperaba.
— Acho déjame — se movió un poco la rubia, intentando alejar a Mar para que no le terminara de quitar la ropa. Aún mantenía los ojos cerrados y un gracioso acento de borracha.
— Deja, María — bufó y terminó de quitarle el bóxer
— No me llames maría — apenas y pudo gesticular aquello.
Mar reprimió una risita, se le hacía algo gracioso.
Como pudo la levantó, guiándola hasta la tina y adentrándola ahí. Mordió su labio, cerró un ojo y abrió el grifo con agua fría.
— ¡Puñeta! — gritó Miko. — Coño está fría — se quejó de nuevo, intentó salirse pero Mar lo impidió. — Cabrona déjame salil' que me voy a enfermal'
— No te vas a enfermar por bañarte en agua fría, exagerada — respondió tranquilamente mientras la sostenía más hacia abajo evitando que se levantara.
— Que está muy fría Alissa — se quejó de nuevo, necesitaba algo que le diera calor o moriría (exageraba) la tomó de los brazos y la metió junto a ella en la tina, cubriendo con ella su cuerpo.
Mar chilló al sentir el agua fría sobre ella, a Victoria no le importó que tuviese ropa.
— Hija de puta. — titiritó de frío mientras se removía en los brazos de Victoria
— Tú empezaste — se defendió, temblando un poco
— Pero has visto cómo llegaste, borracha hasta la madre — dijo molesta, mientras le castañeaban los dientes.
Por parte de la rubia no hubo respuestas, solo se escuchaba su respiración un poco agitada y de vez en cuando el sonido de sus dientes chocar por el frío, además su borrachera se había pasado.
Que agradeciera el corazón de pollo que tenía Mar, como pudo alcanzó la llave de agua caliente y la niveló para que comenzara a caer agua tibia, tampoco hirviendo, a la otra no le gustaba.
Un gemido de alivio salió de la boca de Victoria al sentir el agua más tibia.
— Ya está déjame salir — pidió Mar en un susurro, pero Victoria pareció ignorarla. — te estoy hablando maría, quiero quitarme la rop-
No pudo seguir hablando, los labios de la rubia capturaron los suyos por sorpresa, en un beso tierno. Al principio le supo a alcohol, pero luego se acostumbró y lo siguió.
El agua aún caía sobre ambas, pero no les importaba, de momento solo eran ellas en su beso, no importaba más nada.
Se separaron un momento para tomar aire, mirándose a los ojos, y sin decir absolutamente nada, volvieron a besarse esta vez con más desespero.
(...)
— Oye, despierta — Victoria movía suavemente a Mar.
La otra dormía plácidamente con algunos cabellos en su cara y totalmente desnuda, solo la cubría la sábana.
No pregunten lo obvio.
Al sentir el pequeño movimiento frunció el ceño y talló sus ojos para abrirlos luego, encontrándose con la carita más linda que había visto en el mundo entero.
— Te hice desayuno — comentó de una manera tierna mientras tomaba la bandeja y la ponía sobre sus piernas.
Mar se sentó en la cama sosteniendo la sábana contra su pecho para no quedar al desnudo, observó la bandeja, las arepas le habían salido mucho mejor, aunque aún le faltaba práctica.
— Gracias — sonrió de lado.
— Tienen jamón y queso, como te gustan mami — aclaró — Antes de que desayunes... — hizo aquel mohín con su boca — quiero pedirte una disculpa por lo de anoche. — soltó — y también por lo que Lisa aprovechó para hacernos pelear, debí contártelo, solo no le di importancia porque fueron mis celos na' más — se encogió.
Mar lo entendía todo, incluso lo entendió la noche anterior mientras discutían. Pero le había dolido aquello y su molestia era grande.
— Lo comprendo — murmuró y bajó la cabeza — solo me molesta que ella sepa cosas que tal vez yo no, y más si son sobre mi.
— No sabe na', ese día estaba ebria — repitió — me moría de celos cuando comenzaste a salir con esta chica que estudió con nosotras, lo único que llegue a decirle fue eso y solo esa vez.
— Lo fácil que todo hubiese sido si nos hubiésemos sincerado antes. — la miró
— La tonta he sido yo por ignorar tus señales. — se acercó a darle un pequeño beso. — Te amo, no lo dudes
Mar sonrió con los ojos cerrados, maldita sea cuánto la amaba.