35.

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— Hay algo malo en mí — decía la castaña con cierto desespero.

La morena la miraba con confusión, no le gustaba ver a su mejor amiga en esa situación y no saber cómo ayudarle.

— Victoria, no te entiendo de que hablas? — preguntó con preocupación

— Prométeme que no dejarás de ser mi mejor amiga por lo que te diga... — susurró ahora mientras la miraba.

Sus ojos azules reflejaban miedo.

Mar no comprendía.

— Me estas asustando María — estaba segura que ella la miraba con el mismo miedo.

Victoria tomó aire y lo botó.

— Me gustan la' nena' — soltó de golpe.

La morena se quedó mirándola, sin decir una sola palabra.

Ahora entendía por qué le hacía el feo a los chicos a la hora de salir, bueno, le hacían.

Ambas tenían los mismos gustos sólo que Mar fingía tal vez por el mismo miedo que la otra y por pensar qué diría su mamá. Desde que entraron a la secundaria ninguna había mostrado interés en algún chico, bueno al menos no genuino.

Mar fingía que le gustaban, pero la realidad era otra.

Se rió.

— Te causa gracia? — preguntó con confusión y cierto enojo en su voz

La otra negó.

— A mi también me gustan las chicas — confesó

Victoria quedó petrificada ante aquella confesión.

— Somos unos adefecios — habló luego, pasando las manos por su rostro.

— Por dios María Victoria, que exagerada estás siendo — continuó riendo — Mi mamá va a morirse de un infarto, pero lo terminará aceptando... ¿la tuya?

— Va a internarme en un convento — se tiró a la cama mientras soltaba un suspiro.

— Bueno, que nos internen a las dos — se lanzó a su lado.

Ambas giraron la cabeza para verse, se sonrieron.

La complicidad que había en su amistad era única, eran tan parecidas y tan diferentes a la vez, que se complementaban muy bien.

(...)

Recuerdas cuando nos dijiste adefecios por confesarnos que éramos lesbianas? — se rió la morena mientras se sentaba en el sofá al lado de su novia.

— Oh, Alissa polfavol' no recuerdes eso, me doy pena — tapó su rostro con el gorrito que cargaba.

Mar rió más fuerte.

— Exagerada, siempre lo has sido.

— Pensé que estábamos mal — se encogió, mirándola ahora. — Fue un papelón a que sí

— Pero nos terminaron aceptando — sonrió — es impresionante como la vida nos juntó y nos hizo tan iguales.

Y era verdad, tan parecidas en muchas cosas, que daba miedo.

— Ew, siento que estoy cometiendo incesto ya cállate. — le empujó la cabeza con la mano mientras reía.

— ¡Me maltratas! — se quejó la morena, exagerando la situación.

Destino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora