Este capítulo contiene escenas +18. Puedes no leerlo si deseas.
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Victoria miraba a su mejor amiga dormir encima de ella, cuando viajaban en avión solían acostarse una encima de la otra de manera cómoda para ir ambas, esta vez Mar estaba entre las piernas y sobre el pecho de la rubia.
Desde que habían salido del hotel y se habían montado en el avión destino a Puerto Rico, no se le iba de la mente saber que Mar se había enrollado con aquella chica. No tenía pizca de sueño por aquello. Le sentaba fatal la idea de que alguien más la hubiese besado y tocado, ahora entendía como se sentía ella cuando la veía con otras chicas.
Lo peor de todo era que no podía molestarse con la morena, pues ella le había dicho mil y un veces que no podían tener una relación.
Estúpida.
Sí.
Eso era.
Miró alrededor, la gente del avión dormía, dirigió su mirada a la pantalla frente a ella, faltaban al menos dos horas de vuelo. Suspiró. No tenía idea de que hacer para alejar los pensamientos que le mataban la cabeza.
— ¿Estás incómoda?... ¿me quito? — preguntó su amiga con voz ronca, quitándose un poco de encima de ella.
Victoria la miró.
— No, tranquila — dijo en un susurro
— Te movías mucho — insistió
— Sí, solo... no puedo dormir — se encogió.
Mar la observó ahora mejor, había despertado un poco más.
— Si quieres te recuestas en mi — ofreció — te hago piojito para que duermas
La rubia sonrió de lado. Ella sabía cuánto amaba que le hicieran cariños en el cabello.
— Acho, sí — le regaló ahora una sonrisa completa.
Ambas se organizaron de forma que quedará Victoria sobre Mar, de la misma posición en la que ella se encontraba anteriormente.
La morena comenzó a hacerle caricias en la cabellera rubia mientras la observaba desde su perspectiva, vió como en cuestión de minutos comenzaba a cerrar sus ojitos, depositó un beso en su cabeza y luego cayó dormida nuevamente.
(...)
Puerto Rico.
— No voy a pasarme la vida esperando por ella, mamá — mencionaba la morena mientras le ayudaba a arreglar algunas flores.
— Tampoco puedes ir tirándote a cualquiera — la miró alzando una ceja.
— Era Lola.
— Ni siquiera te gusta Lola, Alissa, y la ves poco.
Mar suspiró. Se arrepentía de contarle a su madre lo sucedido.
— Bueno, solo pasó — se encogió — eso no quiere decir que me tiraré a cualquiera, Sofía.
El timbre las sacó de la conversación.
— Mm, más vale. — suspiró. — ya deja eso, yo lo hago. Anda a ver quien es. — ordenó
Mar caminó sin decir nada, al abrir se quedó sorprendida.
— Qué haces aquí? — preguntó tontamente
— Somos mejores amigas... o ya no? — recordó y devolvió la pregunta.
Que boba.
— Cierto.. lo siento — le sonrió de lado y se apartó para que entrara. — Ma, es Victoria