Este capítulo contiene escenas +18, si deseas puedes saltarlo.
—————— ¡Le abres el show a Karol G hoy mismo! — anunció Mariana algo alterada.
— Acho pero no era dentro de dos días más? — preguntó nerviosa Victoria.
Mar las miraba calladas al igual que Mauro. Por suerte habían llegado a Estados Unidos unos días antes.
— Gorda, te estoy diciendo que hoy y no es broma — la miró seria.
— A qué hora? — preguntó con el ceño fruncido.
— 9 pm.
Victoria miró su celular. Marcaban las dos de la tarde.
— Tengo tiempo... tengo tiempo. — suspiró — Necesito relajarme al menos una hora. — bufó
Mariana y Mauro entendieron que necesitaba su espacio y asintieron, dejándola sola junto a Mar en su habitación de hotel.
— No te estreses mucho — susurró la morena acercándose a ella. — ¿Recuerdas la vez que le abriste a Benito? Sucedió igual — sonrió de lado.
— Acho sí, ese día fue adrenalina total. — cerró sus ojos y echó su cabeza hacia atrás.
Mar mordió su labio mientras la observaba. Se veía muy caliente en esa posición.
La habitación era más grande que las anteriores, por lo cual tenía un sofá en el que estaba Victoria sentada ahora.
— P- por suerte habíamos llegado días antes, todo conspira a tu favor, ¿ves? — se trabó al principio, pero luego continuó intentando sonar normal.
Victoria la miró.
— ¿Estás bien? — preguntó mirándola.
Mar asintió rápido, sus mejillas se notaban rosas ahora.
— Te conozco — alzó una ceja y luego relamió sus labios.
— Nada, es que me gustas mucho — se encogió, acercándose un poco más a la rubia.
Esta rió.
— Dios, marciana — dijo entre risas — parece' una nena chiquita
— Mh, te ríes de mi — hizo un puchero.
— Que boba — mencionó y le besó la frente. — Ni siquiera sé que ponerme hoy... — suspiró, volviendo al tema del concierto.
— De eso me encargo yo. — alzó una ceja. — Déjame hacerte algunos masajes para bajar el estrés, amor — ofreció
Miko la miró, sus ojos azules atentos a ella.
— Por favor, me urge — hizo una mueca de dolor.
— ¿En la cama? Recuéstate en ropa interior y te coloco crema — sonrió levantándose y yendo a buscar lo necesario para comenzar a consentirla.
Al volver la atención a Victoria, esta estaba acostada boca abajo solo con una tanguita negra.
Por Dios, podía jurar que eso la prendió de inmediato. Era muy raro verla usar ese tipo de ropa interior a menos que fuesen en traje de baño.
Mar soltó un suspiro y se acercó a ella para comenzar a untar la crema en su espalda.
— Uy, tá' fría — se rió la rubia.
La otra solo sonrió.
Se montó encima de ella, quedando sentada en sus nalgas y comenzó a masajearle la espalda. Sus manos y dedos corrían con facilidad por lo resbaloso de la crema.