28.

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— Si no te callas, te irá peor. — decía aquel tipo tomándola de la cara para que lo mirara.

Mar solo lloraba en silencio ahora, mientras el hombre le subía la falda y corría la tanga a un lado.

— No, no, no, no — comenzó a sollozar un poco fuerte mientras se movía para evitar que la tocara más.

— ¡Mera que te calles! — le soltó una bofetada.

(...)

Mar despertó asustada, su respiración casi desaparecía de lo rápido que iba y una fina capa de sudor cubría su cuerpo.

Odiaba cuando tenía ese tipo de pesadillas, a pesar de tratar con terapia lo sucedido aún le llegaban pequeños flashbacks de repente, o sueños como esos.

Entendible, era algo difícil de sanar.

Se levantó como pudo de la cama, las piernas le temblaban un poco y sentía ganas de llorar. Salió de su habitación rumbo a la cocina por un vaso de agua.

Victoria quien estaba sentada en la sala con la luz apagada haciendo algunos arreglos a su canción, notó la presencia de la morena al llegar al punto donde ella estaba.

— Baby, estás bien? — preguntó preocupada desde el sofá, la veía algo desorientada.

Mar se sobresaltó pues no la había visto.

— Ey, qué pasa? — se levantó, dejando la laptop a un lado. Caminó hacia ella.

Su amiga solo la miraba con miedo en sus ojos, a Victoria se le apretó el corazón.

— Dime algo, Alissa. — insistió, tomándola de la barbilla una vez llegó frente a ella.

A Mar no le salía palabra alguna, estaba en un pequeño shock. Evitó llorar pero no le funcionó, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba a su mejor amiga.

— No, no.. ¿qué pasa?... ¿que está mal? — preguntó asustada mientras ahuecaba la cara de ella entre sus manos.

Depositó un pequeño beso en su puchero de llanto.

— Acho amor, dime algo polfavol' — la miraba con preocupación en sus ojos azules.

— Ya no quiero recordarlo Vicky — susurró entre sollozos. — Puedo sentir como me toca, como me golpeaba — susurró ahora menos audible, su mirada reflejaba dolor.

Victoria apretó la mandíbula y sus ojos se cristalizaron un poco. Entendía.

— A veces estoy bien y de repente me llega su recuerdo — se separó un poco y comenzó a sacudirse los brazos. — quiero arrancarme la piel, me siento asquerosa. — soltó un suspiro entre el pequeño llanto.

Miko no dijo nada y solo la abrazó, pegándola a su cuerpo de una manera protectora.

Mar entre llanto se aferró más a ella, quería fundirse en su piel, volverla de ella. Se deslizaron suavemente al suelo, quedando al pie de las escaleras, Victoria no dejaba de abrazarla ni un segundo.

A la vez se sentía tan culpable, al menos por no prestarle atención luego de lo sucedido aquella noche. Era un recuerdo que le perseguiría todo el tiempo.

Dejó un suave beso en la coronilla de la cabeza de la morena, sin dejar de abrazarla.

— Son las tres de la mañana, marciana — mencionó la rubia con voz suave, acariciándola entre el abrazo. — te preparo algo de leche tibia y luego intentamos dormil'? — ofreció.

Mar, un poco más calmada, asintió.

Se separaron de a poco, levantándose y yendo juntas a la cocina. Victoria estaba siempre atenta a su amiga mientras calentaba la leche. Le dolía verla de aquella manera, tan pequeña y vulnerable, cuando Mar siempre había sido tan fuerte.

Le dejó la leche tibia en el mesón una vez estuvo lista.

— Bébela, no está tan caliente. — susurró.

Mar la tomó y la bebió.

Victoria la observaba, su nariz rojita por el llanto al igual que sus ojos, las pestañas largas húmedas por las lagrimas. Para ella se seguía viendo preciosa.

— Te quedó bigote, mami — dijo divertida y le dio un pico, llevándose los restos de leche con ella.

Mar sonrió un poco mientras limpiaba las lagrimillas de sus mejillas.

— Vamos — murmuró la rubia tomando su mano, encaminándose ambas rumbo a las escaleras. — Uh! Espera. — dijo pausándose y yendo al sofá a acomodar la laptop.

Volvió una vez la dejó apagada.

Subieron a la habitación, recostándose ambas en la cama. Victoria la abrazó.

Mar se acomodó sobre su pecho mientras la abrazaba también. Se sentía tan protegida en sus brazos, sentía como si nadie pudiese tocarla estando ahí. Cerró los ojos aspirando su aroma, ese aroma tan peculiar de ella que solo Mar podía descifrar.

La rubia le dejaba pequeñas caricias en el cabello y parte de su brazo descubierto, incluso por la espalda. La sentía más tranquila ahora, y le gustaba. Odiaba verla tan alterada o vulnerable como la había visto minutos atrás.

— Te quiero — susurró con la voz un poco ronca.

Victoria la miró.

— ¿Me quieres?... ¿o sea que no me amas? — hizo puchero.

La morena sonrió de lado.

— Te amo como no he amado a nadie en esta vida. — arregló, mirándola a los ojos azules que tanto le gustaban.

Miko sonrió y le dejó un beso profundo en los labios, luego besó su frente.

— Hora de dormir, es tardísimo ya — mencionó y la abrazó un poco más.

Mar de acurrucó mejor y en cuestión de minutos su cuerpo cayó en un estado de paz junto al de Victoria.

Lo segura que se sentía con ella le permitía dormir tan cómoda, era como quedar en los brazos de morfeo.

La habitación quedó en un silencio absoluto, tal vez se escuchaban sus respiraciones de vez en cuando, o algunos insectos de la noche. Pero lo demás era paz.

Paz de ambas, al tenerse una con la otra.

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