— Mamá, podemos hablar? — preguntó Mar un tanto tímida.
Tenía rato en casa de su madre luego de la salida con Victoria. Sentía que debía hablar sobre su gusto hacia ella con alguien más que no fuese Mauro. Pero tenía miedo de ver que diría su mamá.
— Dime, hija. — dejó un arreglo de flores que hacía en un lado de la mesa y le prestó atención.
Mar de sentó en una silla suspirando.
— Me gusta Miko. — soltó de golpe.
Sofía la miró, suspiró y alzó los brazos. Mar hizo una cara de confusión.
— Ya era hora que lo admitieras. — mencionó su madre volviendo a mirarla.
La morena tenía la boca abierta de sorpresa.
— ¿Qué?
— Mar Alissa, yo te parí. Te conozco más que a mi misma. Se te notaba por los poros que te gusta esa niña.
Mar se quedó estática, su madre lo supo todo este tiempo y solo estaba esperando una afirmación de su parte.
— Hija, la ves con ojos de amor — siguió —
— Es algo imposible mamá
— No lo es, a menos que ella no guste de ti.
— No lo hace, ya me dijo que lo nuestro no podía ser.
— Mar. — su madre se quitó el delantal y se acercó a ella. — Esa niña te quiere tanto como tú a ella.
Mar la miraba, su madre nunca se equivocaba.
— Las miradas no mienten, las acciones tampoco. — le dió un beso en la frente. — Lucha por ella, ¿si?
La morena asintió y le dedicó una pequeña sonrisa.
(...)
— Traje McDonalds — anunció la morena entrando al estudio.
Los demás la miraron.
— Eres un ángel, estaba muriendo de hambre. — dijo Mauro acercándose a las bolsas.
— Tu McPollo — le estiró la mano a la rubia con la hamburguesa.
La otra la miró y le sonrió.
— Gracias Alissa
Mar la conocía tan bien, sabía sus gustos, sus miedos, todo de ella.
Cenaron los tres juntos en el estudio, mientras bromeaban. Mariana se encontraba haciendo unas cuestiones para el tour por Estados Unidos que haría Miko.
Tour el cuál Mar no sabía si estaba invitada, aunque seguro sí porque era la mejor amiga de la rubia.