Una joya, una cena, un perfume, algunos accesorios más, Victoria volvía a casa repasando la lista de la sorpresa para Mar, eran al rededor de las 10 de la noche.
Estuvo toda la tarde oliendo y probando perfumes que podrían gustarle, eligiendo los accesorios correctos para ella con ayuda de la amiga de su hermano, estaba nerviosa de que llegara el día de mañana.
Entró a casa y todo estaba oscuro, solo se salvaba una pequeña luz de la mesita de la sala. Frunció el ceño. ¿Donde estaba Mar? Si bien estaba consiente que Mariana no pudo hacer su parte, le preocupaba que estuviese en otro lado.
Subió las escaleras y se adentró a la habitación de su amiga, ahí estaba ella mirando tiktoks enrollada en su sábanas.
— Marciana, llegué — anunció sonriente acercándose a la cama.
La morena se giró y le miró, por suerte había dejado de llorar hace algunas horas atrás, aunque se notaría que había llorado si hubiese luz, pero en la habitación solo iluminaba la pantalla del celular.
— Genial — susurró y volvió a girarse para seguir viendo su celular.
A la rubia se le borró la sonrisa.
— ¿Qué pasa? — se acercó más a ella, ahora abrazándola por detrás como cucharita — ¿Te sientes bien?, ¿no me das mi besito? — hizo puchero.
El olor de una mezcla de perfumes le llegó a la nariz de Mar, esos no los usaba Victoria y además eran de mujer. Su corazón comenzó a latir más rápido de lo que ya iba.
Sus ojos no tardaron en llenarse de lágrimas.
— Hueles a perfume de mujer — murmuró sin mirarla, evitando que las lágrimas salieran de sus ojos.
Victoria cayó en cuenta ahora de lo que estaba pensando.
— No pienses mal — habló rápido.
Mar encendió la lámpara de la mesa de noche, luego se giró a mirarle.
— Te desapareces toda la tarde y llegas oliendo a un perfume que ni siquiera usas.. — murmuró mirándola, sus ojos a punto de derramar lágrimas, pero ella las contenía.
Victoria no sabía que responderle, no quería echar a perder su sorpresa, pero tampoco quería que la otra pensara que estaba con alguien más.
— Puedo explicártelo — susurró derrotada.
Mar negó. Respirando profundo y corriendo rápidamente las lágrimas que se escaparon.
— No, Victoria. No necesito explicación, disculpa todo este show. — hizo una seña con sus manos y se levantó.
— No es ningún show, Alissa... déjame explicarte — insistió levantándose también. — Son muestras, me probé varios perfumes — rápidamente sacó de sus bolsillos algunas etiquetas con olor y los nombres de los perfumes que se había probado.
Mar la miró atenta.
— Mira, huélelos... — las acercó a su rostro de forma que pudiese oler.
Era cierto, olía a una mezcla de todos esos.
Estaba sintiéndose como una tonta por aquello, pero rápidamente recordó sus conversaciones por teléfono y su mente le siguió jugando mal.