Mar se encontraba en la sala de estar, revisando redes en su celular, daban las nueve en punto de la mañana, había veces que no podía dormir más.
Le frustraba un poco la idea que toda su situación ahora la supiera el mundo entero, o casi... de igual manera recibía muchos mensajes bonitos por parte de los fans de Victoria. Suspiró, pero era un suspiro de alivio, se sentía tan bien con ese hombre lejos de ella, ahora solo le quedaba terminar de sanar.
Se levantó del sofá y camino escaleras arriba, iba a entrar a la habitación que compartía con su novia pero un sonido la detuvo en seco, o más bien... un gemido.
— Qué... — dijo en un susurro, aún sin entrar.
Podía asegurar que tenía las mejillas coloradas, otro gemido volvió a escucharse y se cubrió la boca.
Agitó sus manos nerviosa, no sabía que hacer, era obvio que estaba dándose placer ella misma, y no era malo, en lo absoluto... pero no sabía si debía unirse, no se sentía preparada aún y tampoco quería interrumpir.
Otro gemido volvió a escucharse, se notaba como intentaba reprimirlos lo más que podía, Mar no sabía cuánto tiempo llevaba así pero al juzgar por la intensidad de los gemidos pudo notar que estaba a punto de correrse.
Sintió algo húmedo muy entre sus piernas.
— Mierda — susurró lo más bajo que pudo y bajó las escaleras.
Aunque no estuviese lista para coger de nuevo, no podía negar que su novia la ponía a millón hasta solo con sus gemidos.
Suspiró mientras iba a la cocina, su mente comenzó a maquinar los escenarios de cómo podría verse Victoria mientras se masturbaba, pasó rato pensando en aquello, sintió calor en el rostro, sus mejillas parecían que iban a explotar.
— Buenos días mami — murmuró una voz ronca
Mar se sobresaltó girándose a verla.
Se veía feliz.
Cómo no.
— ¿Estás bien? — preguntó acercándose con cierta preocupación ahora.
La morena asintió rápido.
— Estás roja, tienes fiebre? — alzó una ceja y le tocó la frente con la mano. — ¿te duele aún el golpe? — preguntó de nuevo
— Amor estoy bien — por fin habló, relamió sus labios pensando en qué mano habrá usado para tocarse
Miró sus ojos azules confundidos.
Preciosa.
— Hace calor nada más — continuó hablando y sonrió un poco, alejando todos esos pensamientos que la ponían peor.
— Mm.. pero si tá' fresco
— Sabes que el clima de Puerto Rico es caluroso — enarcó una ceja.
— Pero las mañanas siempre son frescas — la imitó
— Ay que quieres pelear! — rodó los ojos y le plantó un beso.
Victoria rió entre él.
— Ayúdame a hacer el desayuno mejor — dijo una vez se separó y se giró para ir camino a la despensa.
Victoria aprovechó de darle una nalgada en cuanto se puso de espaldas.
— ¡Marica! Eso dolió — se quejó sobando donde había recibido la nalgada.