46.

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Este capítulo contiene escenas +18, puedes saltarlo si deseas.

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— Pero miren a eta' lo que va a tener es un kikeo hoy — decía Mariana abriendo las bolsas donde estaban algunos juguetes sexuales, mientras reía.

Mar estaba roja como un tomate y Miko solo le seguía la risa.

— Acho que imprudente tú como siempre — habló Mauro, comiendo maní sentado en el sofá.

Los hermanos habían ido a visitarlas a su departamento, habían llegado justo cuando llegaban de compras.

— ¿Esto vibra? Mera donde lo compraron, quiero uno — frunció el ceño mientras lo prendía.

Era una pequeña balita vibradora, potente a decir verdad.

— Me llevaré esto — mencionó la morena apenada, arrebatándole el juguete a la pelicorto y metiéndolo en la bolsa con los demás, para luego emprender camino hasta la habitación.

Los demás se quedaron en la sala.

— Se convertirán en conejas — bromeó mariana

— Coneja' fuimo' los primeros días de mudarnos — se rió la rubia

Mauro carcajeó también.

— Acho se pasan — dijo el moreno alto entre risas.

— Pobre Mar, ese toto le habrá quemado por días

— ¡Mari! — se rió fuerte Miko

— Haré como que no escuché eso — habló la morena mientras llegaba y se sentaba junto a Mauro en el sofá y recostaba su cabeza en las piernas de él.

Los demás rieron.

Pasaron lo que restaba de la tarde y parte de la noche compartiendo y hablando estupideces mientras comían snacks y bebían algo, de vez en cuando tocaban temas de trabajo, recordando que debían viajar pronto.

Al ser un poco más de la medianoche, los hermanos decidieron volver a su casa, dejando a la pareja sola en su hogar.

— A veces los extraño, podríamos quedarnos de vez en cuando en la casa del team — mencionó la morena mientras se despojaba de su ropa, quería darse una ducha.

— Buena idea chula, no ta' nada mal — sonrió mientras se acercaba a ella y la tomaba de la cintura ahora desnuda

Mar sonrió y la miró

— Te amo marciana — mencionó la rubia, acariciando con la yema de los dedos la cintura de su novia. 

— Te amo más — susurró mientras la miraba enamorada

Le gustaba mucho mirarla, observar las pequitas de su rostro que solo podían notarse cerca, sus pestañas largas, sus labios, su piel perfecta, amaba observarla.

— ¿Qué me ves? — alzó una ceja

— Lo fea que eres — rodó los ojos y luego soltó una risa

Victoria entre cerró sus ojos sonriendo, la apretó más a su cuerpo cuando vió que iba a separarse.

— Déjame amarte — susurró, mirándola bien con sus ojos azules.

Mar quedó hipnotizada.

— ¿Cómo? — susurró devuelta

— Déjame hacerte el amor — le acarició los labios con el pulgar — te necesito desde hace mucho

La morena cerró sus ojos sintiendo su tacto, acto seguido, los labios de Victoria presionaron los de ella, comenzando a jugar entre ellos.

A Mar le despertó un hambre voraz por su mujer, intensificó el beso de una manera brusca, la necesitaba.

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