Este capítulo contiene escenas +18, puedes saltarlo si deseas.
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— Pero miren a eta' lo que va a tener es un kikeo hoy — decía Mariana abriendo las bolsas donde estaban algunos juguetes sexuales, mientras reía.
Mar estaba roja como un tomate y Miko solo le seguía la risa.
— Acho que imprudente tú como siempre — habló Mauro, comiendo maní sentado en el sofá.
Los hermanos habían ido a visitarlas a su departamento, habían llegado justo cuando llegaban de compras.
— ¿Esto vibra? Mera donde lo compraron, quiero uno — frunció el ceño mientras lo prendía.
Era una pequeña balita vibradora, potente a decir verdad.
— Me llevaré esto — mencionó la morena apenada, arrebatándole el juguete a la pelicorto y metiéndolo en la bolsa con los demás, para luego emprender camino hasta la habitación.
Los demás se quedaron en la sala.
— Se convertirán en conejas — bromeó mariana
— Coneja' fuimo' los primeros días de mudarnos — se rió la rubia
Mauro carcajeó también.
— Acho se pasan — dijo el moreno alto entre risas.
— Pobre Mar, ese toto le habrá quemado por días
— ¡Mari! — se rió fuerte Miko
— Haré como que no escuché eso — habló la morena mientras llegaba y se sentaba junto a Mauro en el sofá y recostaba su cabeza en las piernas de él.
Los demás rieron.
Pasaron lo que restaba de la tarde y parte de la noche compartiendo y hablando estupideces mientras comían snacks y bebían algo, de vez en cuando tocaban temas de trabajo, recordando que debían viajar pronto.
Al ser un poco más de la medianoche, los hermanos decidieron volver a su casa, dejando a la pareja sola en su hogar.
— A veces los extraño, podríamos quedarnos de vez en cuando en la casa del team — mencionó la morena mientras se despojaba de su ropa, quería darse una ducha.
— Buena idea chula, no ta' nada mal — sonrió mientras se acercaba a ella y la tomaba de la cintura ahora desnuda
Mar sonrió y la miró
— Te amo marciana — mencionó la rubia, acariciando con la yema de los dedos la cintura de su novia.
— Te amo más — susurró mientras la miraba enamorada
Le gustaba mucho mirarla, observar las pequitas de su rostro que solo podían notarse cerca, sus pestañas largas, sus labios, su piel perfecta, amaba observarla.
— ¿Qué me ves? — alzó una ceja
— Lo fea que eres — rodó los ojos y luego soltó una risa
Victoria entre cerró sus ojos sonriendo, la apretó más a su cuerpo cuando vió que iba a separarse.
— Déjame amarte — susurró, mirándola bien con sus ojos azules.
Mar quedó hipnotizada.
— ¿Cómo? — susurró devuelta
— Déjame hacerte el amor — le acarició los labios con el pulgar — te necesito desde hace mucho
La morena cerró sus ojos sintiendo su tacto, acto seguido, los labios de Victoria presionaron los de ella, comenzando a jugar entre ellos.
A Mar le despertó un hambre voraz por su mujer, intensificó el beso de una manera brusca, la necesitaba.