15.

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— Te ves fatal — mencionó Mauro una vez se vieron todos en el living del hotel.

Mar lo miró, y Victoria miró a Mar.

— No pude dormir en carretera — excusó

La rubia quería golpearse, sabía que no era la excusa verdadera. La había hecho llorar.

— Ahora descanso y ya luego fresca como una lechuga — intentó sonreír pero le salió más una mueca.

Mauro apretó sus labios y no dijo nada más. Parecía que leía su mente y creía entender lo que había pasado.

— Bueno, aquí están nuestras habitaciones. — dijo Mariana entregando la tarjeta de pase de cada una.

— Falta la mía — mencionó la rubia.

— Te puse en una con Mar, como no reservamos antes nos tocó compartir a varios. — dijo también mostrando su tarjeta, compartiría con su hermano.

Mar pensó que el destino no podía joderla peor. Apretó sus labios y sin decir nada caminó al ascensor con Victoria detrás. El asenso fue incómodo, al llegar a la habitación dejó la maleta a un lado y se lanzó a la cama matrimonial que había.

Miko la observó.

— No dolmimos' juntas desde hace tiempo — mencionó

Mar se giró a mirarla.

— Mm, si te sientes incómoda puedo dormir en el diván. — mencionó, aunque era tonto aquello. La cama era gigante y además dormiría súper incómoda.

Victoria miró el sillón en forma de curva y alzó la ceja.

— Eso es pa' cogel', Alissa. — mencionó y un escalofrío recorrió su cuerpo.

Por un momento se la imaginó ahí, desnuda y sudorosa mientras ella le lamía. Rápidamente retiró la mirada de la morena cuando la vió levantarse.

— Te pusiste pálida, ¿estás bien? — preguntó y la tomó del brazo.

Miko se soltó.

— Sí. Y dolmiremos' juntas, solo estaba recoldando' cuando fue la ultima vez que lo hicimos en una pijamada. — finalizó y se fue al baño, quería darse una ducha... o bajar lo caliente que se había puesto.

Mar se quedó quieta. De verdad sus actitudes la ponían mal. Era impresionante como había cambiado todo de nuevo en pocos meses, sentía que la atención que había recibido de ella tiempo atrás fue solo para consolarla por lo de la violación.

Era injusto que la tratara de esa forma cuando siempre habían sido unidas.

Caminó nuevamente hacia la cama, acostándose en esta y acomodándose de una manera tan cómoda que la llevó a un profundo sueño.

(...)

Toma — dijo la morena pasándole una bolsa de regalo a la otra.

— ¿Qué es? — preguntó abriéndolo con emoción. — No... ¡Mar! — dijo feliz, sacando la caja que contenía una de las mejores máquinas para tatuar — Esto debió costalte' un ojo de la cara... Puñeta, gracias marciana — se acercó a abrazarla.

Mar le siguió el abrazo feliz de que le había gustado la sorpresa.

— Dijiste que querías comenzar a tatuar, pues... ya es hora — le dedicó un sonrisa tierna.

— Ni siquiera es mi cumpleaños — murmuró

— No es necesario que sea tu cumple para poderte dar una sorpresa.

Destino. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora