Después de la cachetada con guante blanco, el gran Lucas Cash no había podido apartar la mirada de la hermosa castaña que iluminaba el salón con su presencia. Sin embargo, era complicado disfrutar del momento cuando la pelirroja se aferraba a su lado, buscando atención como si fuera un faro en medio de la oscuridad.
Finalmente, tras una interminable espera, Lucas logró liberarse de su abrazo insistente. Su mirada se centró en la castaña, cuya seriedad y encanto lo habían hipnotizado desde el instante en que cruzó la puerta. Anhelaba acercarse a ella nuevamente; se sentía profundamente atraído por su sinceridad y la dulzura que emanaba.
De repente, un pequeño pitido interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje en su celular.
Jason... Eso significaba problemas.
Con un suspiro que denotaba frustración, abrió el mensaje:
**Necesitamos hablar. Estoy al fondo de los baños. Aquí te espero.**
—Ahora regreso, perdóname un momento —murmuró a la castaña, sintiendo cómo el peso de la decepción le oprimía el pecho.
Después de haber disfrutado de una buena conversación con ella, ahora se encontraba atrapado entre la seriedad de Emma y la inminente llamada de su amigo problemático. Lucas se sintió frustrado al pensar en cómo Jason podría arruinarlo todo.
—¡Más te vale que sea algo importante y no una de tus tonterías! —exclamó Lucas al encontrarse con Jason, el enojo burbujeando en su interior como un volcán a punto de erupcionar.
—Cálmate, hombre —respondió Jason con una sonrisa provocadora, como si disfrutara del caos que generaba a su alrededor.
—No me hagas perder la paciencia —advirtió Lucas, sus ojos oscuros centelleando con irritación—. ¿Qué quieres?
—No deberías estar enojado; aquí sabemos quién tiene el derecho a estarlo... y ese no eres tú —replicó Jason con un tono helado que hizo que Lucas frunciera el ceño.
—¿Me llamaste para hablar de lo ocurrido hace un año? —preguntó Lucas, sintiendo cómo la molestia comenzaba a convertirse en hartazgo.
—No —negó Jason, observándolo con una frialdad inquietante.
—¿Entonces qué quieres? —inquirió Lucas, cada vez más impaciente ante esta situación absurda.
—Hablar de Emma —dijo Jason, dejando a Lucas boquiabierto.
—¿Cómo sabes su nombre? —preguntó Lucas, sintiendo que una mezcla de enojo y confusión lo invadía mientras miraba a Jason con desdén.
—Sabes que cuando algo me interesa lo obtengo —insinuó Jason, dejando claro su interés.
—¡Así que Emma te interesa! —gritó Lucas, incapaz de contener su rabia ante la revelación inesperada.
—Lo captaste rápido —respondió Jason con una sonrisa burlona—. Desde que vi a Emma me gustó; la chica está buenísima...
—¡No hables de Emma! —gritó Lucas, su voz resonando con rabia en el oscuro pasillo.
—¿Porque es tuya? —preguntó Jason, una sonrisa traviesa iluminando su rostro. Era como si disfrutara del conflicto.
—¡Sí, es mía! ¡Emma es mía! —exclamó Lucas, sin darse cuenta de lo que realmente estaba diciendo, su voz temblaba entre la ira y la posesión.
—Yo no soy de nadie —interrumpió Emma, apareciendo en la penumbra del pasillo. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho, y su rostro serio desafiaba a los dos chicos. —No tienen por qué meterme en sus peleas, par de idiotas —aclaró con valentía, el eco de sus palabras llenando el espacio. —A ti no te conozco, y no es problema mío que te haya gustado —dijo, dirigiendo una mirada fulminante a Jason mientras el enojo crecía en él. —Y tú —volteó hacia Lucas—. No significa que porque sea amiga tuya o compañera de estudio sea tuya. Me pertenezco a mí misma, no a ustedes —añadió con rabia, dando un paso firme antes de alejarse hasta desaparecer de la vista de los chicos.
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Vidas entrelazadas
Ficção AdolescentePara Emma comenzar su vida como universitaria supone enfrentarse a los consejos negativos de su madre sobre el amor y a perseguir sus sueños Lucas ha vivido toda su vida bajo las decisiones de sus padres, y encontrarse a sí mismo es tan difícil que...