Capítulo 23

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Hola, mis queridos lectores, soy Jessia Müller, y hoy les narraré este hermoso capítulo de mi historia, un capítulo que será la raíz de todo lo que vendrá después.

La vida nos tiene muchas sorpresas. Cuando pensamos que todo está perdido, algo inesperado llega para sacarnos de esa oscuridad en la que a veces vivimos.

A simple vista, mi vida parece perfecta: soy la típica chica rubia que tiene todo a su merced. Sin embargo, la realidad está lejos de ser así. He enfrentado muchos altibajos en mi vida; principalmente, han sido más bajos que altos. Pero de cada tropiezo he aprendido a levantarme cada día con más fuerza.

Mis padres, con sus expectativas siempre a cuestas, me obligaron a estudiar una carrera que nunca he querido, pero que les haría sentir orgullosos de mí. Así ha sido siempre: por hacerlos felices, estoy dispuesta a sacrificar mi propia felicidad.

Sin embargo, la vida tiene formas sorprendentes de mostrarnos lo inesperado. A menudo parece que lo bueno llega tarde, pero llega. Y en mi vida apareció la mejor sorpresa: conocí a un chico —el chico que me haría perder completamente la cabeza y superar los errores del pasado—. Su nombre es Liam Smith.

Apareció en mi vida cuando menos lo esperaba, transformando mis días grises en algo brillante. Desde aquel día cualquiera en el patio de la universidad, cuando lo vi por primera vez, supe que todo iba a cambiar.

Al principio comenzamos como un simple coqueteo y un pasatiempo inocente; sin embargo, con el tiempo, esos momentos se fueron convirtiendo en algo mucho más profundo —o al menos así lo sentí yo—. Le he contado cómo me siento, pero aún no me ha dado una respuesta convincente.

Ahora estamos frente a frente, el ambiente tenso cargado de nerviosismo y emoción. Nuestros mejores amigos nos hicieron una encerrona; no hay escapatoria.

—Oye Jess, yo... —su voz tiembla ligeramente por los nervios, pero le interrumpo.

—Liam, déjate de rodeos y háblame a la cara. Necesito que me digas las cosas directamente.

Él niega unas cuantas veces, su expresión seria pero sincera. —Yo siempre he sido un chico directo, no me gusta andar con rodeos, pero contigo todo es diferente, nada es igual a como antes, como con las demás chicas.

—¿Acaso te fijabas en algo más aparte del físico de una chica? —pregunto con una risa ligera, y él se une a mi risa, el sonido llenando el aire a nuestro alrededor.

—A esto me refería —dice, sus ojos brillando con una chispa especial—. Eres completamente distinta. Tienes el poder de hacerme sonreír incluso cuando mi día está hecho una mierda.

—¿Qué somos, Liam? —suelto rápidamente, sin darme la oportunidad de arrepentirme. La brisa fresca juega con mi cabello mientras espero su respuesta.

Él me mira a los ojos, profundos y llenos de emoción. —Somos todo y nada a la vez.

Rodeo mis ojos, sintiendo una mezcla de frustración y curiosidad. —¿Qué somos realmente? Necesito saber eso para entender qué debo hacer de ahora en adelante.

Liam me mira con una intensidad que me hace sentir expuesta. Comienza a caminar hacia mí, y un instinto de retroceso me impulsa a dar pasos hacia atrás, cada vez más hasta que el suelo desaparece bajo mis pies y pego un grito.

Él me sujeta rápidamente de la mano; la calidez de su agarre contrasta con el frío que me recorre al ver el acantilado detrás de mí. Mi corazón late desbocado por el miedo.

—¿A qué juegas, Liam? —le cuestiono.

De repente, sin darme tiempo a pensar, me empuja suavemente hacia sus brazos, arrimándome a él con firmeza.

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