Ava
La mitad de mi adolescencia consistió en cuidar de mi abuela. No me quejaba; prácticamente puedo decir que ella me crió. Sin ella, no sería nada.
Soy una chica común y corriente, del montón, lidiando con los problemas familiares típicos que enfrentan muchas chicas. A menudo, siento el peso de la soledad en mi pecho y la lucha constante por encontrar mi lugar en el mundo.
Estoy intentando armar una nueva vida en esta ciudad, un nuevo comienzo para mí, pero hay cosas que no salen de mi mente. Los recuerdos se aferran a mí como sombras persistentes; por más que intente olvidarlos, siempre vuelven a atormentarme.
Esta ciudad me ha brindado nuevas oportunidades y amistades inesperadas: Emma y Jessia, dos chicas increíbles que nunca pensé conocer, pero que se han convertido en mis mejores amigas. Su risa es como un bálsamo para mi alma.
Hoy es sábado y camino hacia casa de Emma. Ayer por la noche me llamó; hace tiempo que no nos vemos y estoy segura de que tanto ella como Jess quieren saber varias cosas sobre mí.
Mi móvil suena. Al ver el nombre en la pantalla, no me sorprende ni un poco.
—Dime —contesto, preparada para el regaño.
—Ava García, ¿cuántas veces te he dicho que no salgas de casa sin avisar? —la voz juiciosa de mi madre resuena en mis oídos.
—Para lo que les interesa —respondo con desdén.
—Controla tu vocabulario, niña.
—Como digas, mamá. Hablamos más tarde.
Cuelgo antes de que pueda protestar y sigo caminando. Mi relación con mi familia no es la mejor; nunca hemos sido esa familia feliz que aparece en las películas. Desde que mi abuela murió, todo empeoró. Ana, mi hermana, y yo no tenemos la mejor de las relaciones, y eso mis padres no lo toleran.
No tarda en llegar a casa de Emma. Toco dos veces la puerta y espero impaciente a que abra. No pasan muchos segundos antes de que se asome su rostro un poco cansado pero lleno de calidez.
—Buenos días, cariño. Pasa —me dice mientras me envuelve en un abrazo reconfortante.
—¿Estás bien, guapa?
—Sí, no te preocupes. Pasa… y disculpa esto.
Quedo confundida por sus palabras hasta que entramos a la sala de estar y me quedo paralizada al ver a Arian sentado en el sofá. Su rostro feliz se transforma al verme; nuestras miradas se encuentran como si el tiempo se detuviera mientras Emma y Jess se intercambian miradas cómplices.
—Emma —mi tono disgustado es más que evidente; no pensé que harían esto.
—Lo siento, Ava, pero es necesario. Se nota que hay algo entre ustedes y necesitamos que lo arreglen. Nosotras estaremos arriba.
Ambas suben las escaleras dejándome a solas con Arian.
Arian Müller, el chico que conocí en la adolescencia y alteró gran parte de mi mundo emocional. Su semblante es duro pero también refleja una tristeza profunda; el silencio entre nosotros reina mientras los minutos transcurren lentamente.
Finalmente, él rompe el hielo:
—¿No escaparás? Es tu especialidad hacerlo —su tono me molesta profundamente y no puedo evitar mirarlo con desdén.
—No hables de cosas que no sabes, Arian.
—¿Qué no sé? ¿Que huiste como una cobarde? ¿Que decidiste irte sin siquiera decir adiós?
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Vidas entrelazadas
Teen FictionTrilogía Vidas: #1 Este libro es un romance vainilla súper tierno, pues el cliché de chico popular con la menos popular ha dado un giro en la trama y se ha combinado con la psicología y la sanación de uno mismo acompañado de la persona que te motiva...