Emma
Haberme desahogado contándole todo a mi madre fue lo mejor que pude hacer; ahora me siento mucho mejor, como si me hubiera quitado un peso de encima.
Ahora mismo estoy de camino al parque que queda cerca del centro comercial. Quedé allí con las chicas porque necesitábamos hablar urgentemente. Teníamos cosas pendientes en la mente, y no podía dejar de pensar en la reacción de Ava y Arian. Además, necesitaba saber por qué Jess le mintió a su madre ayer. Intentando despejar esos pensamientos de mi mente, apresuré el paso para llegar pronto; el centro comercial está a varios minutos de mi casa. Si se preguntan por qué no tomé el bus, la respuesta es que hoy no pasa ninguno. Sí, como lo oyen: los autobuses tienen sus días, y hoy decidieron no trabajar. No puedo permitirme pagar un taxi ahora, así que me toca caminar.
Por suerte, los zapatos que elegí son muy cómodos: unas bailarinas rojas que hacen juego con el vestido rojo que llevo puesto. El sol brilla intensamente sobre mí, y una suave brisa acaricia mi rostro mientras sigo avanzando.
Cuando llego al parque, encuentro a las chicas sentadas en uno de los bancos. El largo cabello de Ava cae por sus hombros como una cascada oscura; lleva unos shorts de mezclilla que combinan perfectamente con su top ajustado. A su lado, Jess tiene su pelo recogido en una coleta alta y está vestida con unos pantalones cómodos y una sudadera.
Cuando Jess posa sus ojos en mí, se levanta rápidamente y corre hacia mí. El repentino abrazo que me da me hace tambalear un poco.
—¿Emmi, estás bien? —su tono preocupado es evidente, y no puedo evitar sonreír ante su sinceridad. Miro de reojo a Ava; ella nos observa con curiosidad.
—Claro que sí, cariño. ¿Por qué no lo estaría? —me separo de ella y la miro con una ceja alzada, tratando de ocultar mi nerviosismo. Luego vuelvo mi atención hacia Ava, quien se levanta para venir hacia mí.
—¿Debo preguntar si estás bien? —el tono desconcertado de mi amiga me hace morderme el labio ligeramente, sintiendo cómo la ansiedad burbujea dentro de mí.
—No, para nada. Ya sabes que Jess es exagerada. Ayer me dolía un poco la garganta y ella se preocupó de más —intento que mi mentira no sea detectada; odio mentir, pero no puedo decir fácilmente que tuve un ataque de pánico. Ella no entendería y haría muchas preguntas a las cuales no estaría preparada para responder. —Bueno, vamos a sentarnos; tenemos mucho de qué hablar.
—Oh, sí, parece que llevamos meses sin hablarnos y ahora tenemos que ponernos al día, ¡Y tan solo ayer fue que nos vimos!
Las tres reímos por el comentario de Jess, pero en nuestro interior sabemos muy bien que es verdad: tenemos muchas cosas de las que hablar.
El encuentro de ayer entre Arian y Ava aún ronda por mi cabeza. Le doy un vistazo a Jess, quien me observa con curiosidad, y ella asiente hacia mí con complicidad. Tomo un respiro profundo, sintiendo cómo el aire fresco me llena los pulmones, y miro a Ava.
—Cariño, ayer nos dejaste sin decirnos nada. Prácticamente saliste huyendo; todo pasó muy rápido y fue muy confuso. ¿Qué pasó? ¿Acaso tú y Arian se conocían?
Ava se gira bruscamente hacia Jess, su rostro muestra sorpresa y confusión.
—Espera, espera… ¿Arian es tu hermano? —su ceño fruncido añade tensión al ambiente.
—Lo acabas de confirmar; conoces a Arian y sí, es mi hermano. Ahora cuéntanos de qué se conocen y por qué actuaron así. Sabes que puedes confiar en nosotras, Ava.
Al parecer, las palabras de Jess logran hacer efecto porque Ava empieza a hablar con voz temblorosa.
—Sé que puedo confiar en ustedes; de eso no tengo duda… Es que... —toma un suspiro profundo, como si le costara encontrar las palabras adecuadas—. Es muy complicado.

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Vidas entrelazadas
Novela JuvenilTrilogía Vidas: #1 Este libro es un romance vainilla súper tierno, pues el cliché de chico popular con la menos popular ha dado un giro en la trama y se ha combinado con la psicología y la sanación de uno mismo acompañado de la persona que te motiva...