Capítulo 8

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Me quedé sin habla. Esta chica me acaba de decir que es la futura novia de Lucas, y mi corazón comenzó a latir desbocado.

—¿No me escuchas o es que eres muda?—me dice con un tono autoritario, su mirada afilada como un cuchillo.

La multitud a nuestro alrededor se volvió un eco distante; solo la escuchaba a ella.

—Ehmm, yo, eh—no sabía cómo reaccionar. Él me había usado para alejar a esta chica. Por su culpa, estaba metida en este embrollo.

—¡Escúchame muy bien, niña! No sé quién eres ni me interesa, pero Lucas es mi novio. ¡Mantente alejada de él!—grita tan fuerte que muchas personas comienzan a observarnos, sus rostros curiosos reflejando la tensión en el aire.

La rabia en sus ojos era palpable, pero no iba a permitir que me tratara de ese modo cuando el problema no era mío.

—¡Mira! Yo no tengo nada que ver con él. El chico por el cual estás loca me besó; yo no lo busqué—dije con firmeza, sin rebajarme a su nivel. El murmullo a nuestro alrededor creció y sentí una mezcla de adrenalina y desafío. —Estás aquí tratando de hacer un maldito escándalo cuando deberías ir a hablar con él—solté, dejándola callada por unos segundos.

—Lucas es mío, siempre lo ha sido y no voy a dejar que una rebajada como tú me lo quite—gritó, abriendo los ojos como si estuviera completamente fuera de sí.

Iba a hablar hasta que una voz conocida nos interrumpió.

—¡Deja de decir estupideces, Isabella! Tú sabes que nada de lo que has hablado es verdad. Emma no tiene la culpa de lo que pasó ayer, así que pídele disculpas ahora mismo!—Lucas soltó enojado, su mirada fija en la chica con una intensidad que me sorprendió.

—¡Yo no voy a pedirle disculpas a ella! Solo le dejé claras las cosas—respondió la rubia exaltada, mientras el aire se cargaba de tensión y las miradas del público se volvían más curiosas.

Estaba harta de esta situación. Miré a ambos chicos y dije con determinación: —No necesito sus palabras vacías. Mejor resuelvan sus problemas; déjenme en paz y fuera de sus cosas—mi voz resonó firme en medio del bullicio. Sin decir nada más, me retiré con pasos decididos.

—¡Emma, espera por favor! Quiero hablar contigo!—Lucas me agarró de las muñecas, impidiendo que pudiera seguir caminando.

La frustración brotaba en mí como una ola desbordante.

—Yo no tengo nada que hablar contigo. Creí que éramos amigos, pero me metes en un problema dejando que yo sea la mala. Vete con tu novia y déjame en paz—respondí sin hacer ningún escándalo, aunque mi voz temblaba ligeramente al final.

—Ella no es mi novia; es mi amiga de la infancia—soltó mirándome esperanzado, como si eso pudiera cambiar algo.

—Lucas, no me interesa. Es más, debes hablar con ella, no conmigo—dije intentando zafarme de su agarre.

—¡No quiero irme con ella porque ahora quiero estar contigo! —dijo dejándome paralizada y muy confundida. Su sinceridad era un golpe inesperado. —Yo emm... quiero decir... que quiero quedarme a hablar contigo, no con Isabella—me dice tartamudeando, su voz temblorosa contrastando con la intensidad del momento.

El aire se volvió espeso entre nosotros mientras intentaba procesar sus palabras.

—Pero yo no quiero hablar contigo —le dije muy cortante.

—Emma por favor, necesito explicarme—me suplica.

—En la salida —le digo al final, rindiéndome. Era lo mejor; necesitábamos hablar.

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