13 años antes
Con mis pequeños piecitos camino lentamente, intentando no hacer ruido. Cada paso es un acto de valentía; al menor sonido, podrían escucharme, y mi padre se enojaría mucho.
Días como este se han repetido muchas veces. Mi mami trabaja y, aunque me ha dicho en numerosas ocasiones que odia dejarme sola, es necesario. Es la única forma que tenemos para luego irnos de casa y escapar juntas, buscando un lugar donde podamos ser felices.
Sigo avanzando con cautela por el pasillo oscuro, las paredes frías parecen cerrarse a mi alrededor. El olor a cigarrillo y alcohol se mezcla con el aire pesado de la casa, haciéndome sentir atrapada. De repente, un estruendo resuena a mi alrededor: una botella rota hace eco por toda la casa. Mi grito sale casi al mismo tiempo y, con miedo, tapo mi boca, suplicándole a Dios que no me hayan escuchado.
Intento apresurarme más, pero al sentir unos pasos acercándose, me paralizo. Con el corazón latiendo desbocado, alzo la mirada para encontrar los ojos de mi padre mirándome con furia; sus ojos son como brasas encendidas que me queman por dentro. No entiendo por qué siempre me mira así.
Siempre he sentido confusión sobre algo: las niñas de mi clase dicen que sus padres son sus superhéroes. Ellas son princesas en sus cuentos de hadas; sus padres las consienten y las llevan a pasear. Pero mi padre no es para nada como ellos lo pintan; él no es mi superhéroe. Es la persona a la que más le tengo miedo.
Desde muy pequeña he sido testigo de su naturaleza oscura: un hombre frío, sin corazón, que no le interesa ni a mi madre ni a mí. Mis noches han estado llenas de tormento por los gritos desgarradores de mi madre cuando él la golpea. La sangre en el piso persiste incluso días después; su presencia devastada intenta ser fuerte por mí.
Mi padre es como esos hombres malos que cuentan en las historias; su mirada siempre está llena de ira y desprecio, como si mi existencia fuera lo más horrible del mundo. Sus golpes han pasado de ser solo hacia mi madre a dirigirse también hacia mí cuando le desobedezco o hago algo que no le agrada. La forma en que paga mis errores es encerrándome en mi habitación o pegándome.
He perdido la esperanza de tener un padre que sea un héroe; soy consciente de que él es una especie de monstruo. Por eso bajo la mirada sin atreverme a mirarlo a los ojos.
—Al diablo con esta niñata de mierda —su voz aguda resuena en mis oídos como un eco aterrador.
—Papá, yo... Yo solo iba a... —mi lengua se traba y las palabras salen torpemente.
—Ni siquiera sabes hablar; eres igual de inútil que la perra de tu madre —escupe con desprecio.
—No le digas así a mi madre —defiendo su honor alzando un poco la mirada hacia él.
Me mira con furia y me toma del brazo, arrastrándome sin compasión. Por más que intento soltarme, lo único que consigo es que apriete aún más su agarre sobre mi brazo delgado y frágil.
Al llegar a la sala—ese lugar horrible que parece una prisión para mi madre y para mí—el estómago me late descontrolado ante el hedor del alcohol y los cigarros quemados. Los amigos asquerosos de mi padre ríen y sueltan groserías sin parar; sus risas son como cuchillos afilados que atraviesan el aire pesado.
Aún arrastrándome hacia el armario en una esquina oscura de la sala—aquel lugar olvidado donde nadie se atreve a mirar—mi corazón comienza a latir con fuerza mientras el pánico me invade. ¡No, no otra vez!
Mi cuerpo impacta contra el frío suelo del armario mientras él cierra la puerta detrás de mí. Intento gritar, pero mi garganta se cierra en un nudo apretado; todo está muy oscuro y siento cómo la desesperación me envuelve, mi cuerpo comienza a temblar y se paraliza por el miedo.
ESTÁS LEYENDO
Vidas entrelazadas
Teen FictionTrilogía Vidas: #1 Este libro es un romance vainilla súper tierno, pues el cliché de chico popular con la menos popular ha dado un giro en la trama y se ha combinado con la psicología y la sanación de uno mismo acompañado de la persona que te motiva...