Emma
Entrar a la sala de terapias me traía recuerdos que no quería revivir, las paredes blancas, las personas perdidas y las almas rotas era algo devastador de ver.
Pero está vez es necesario, está vez lo voy a intentar y voy a dar cada parte de mi esfuerzo, apartaré los miedos y llegaré a lo que quiero... Sanar
Mis ojos se pierden por la sala y solo cuando siento una mano sostener fuerte la mía es que regreso, lo primero que noto son sus manos, blancas y grandes, pero que encajan a la perfección con las mías, sonrió y observo el rostro de Lucas, igual de asustado que yo pero decidido.
Nustra imagen debe de ser muy curiosa a la vista de las personas, dos chicos tomados de la mano justo en la puerta de entrada, perdidos en sus propios miedos y con ansias de dar ese paso que les llevará a lo que tanto esperaron.
Tomados de la mano damos ese primer paso y entramos a la sala del hospital, alejo todo pensamiento negativo y me concentro en respirar y sostener la mano de Lucas muy fuerte.
A nuestro alrededor vemos variadas puertas cada una con el nombre del trastorno, al cabo de unos minutos soltamos nuestras manos y sin mencionar palabra nos dirigimos a nuestras consultas, cada uno por un lado, izquierda y derecha.
Hay instantes en los que no hace falta mencionar una palabra, con una mirada... La fuerza que genera dos manos juntas y dos vidas entrelazadas en un solo sentir es más que suficiente.
Tocó dos veces la puerta y no tardan mucho en indicar que puedo pasar. Entro y lo primero que me sorprende es lo colorida que es la sala, lo más habitual es una sala blanca, pero está es de un color malba muy tierno y relajante.
Miro al frente y el rostro de una joven doctora me recibe con una gran sonrisa, la chica debe de tener alrededor de unos 30 años, sus ojos no me juzgan ni intentan atozigarme sino que me acogen, sus lentes hacen contraste con su corto pelo negro.
—Bienvenida puedes tomar asiento —su voz es dulce y para nada exigente como mi antigua psicóloga.
Me siento en la silla de cuero al lado de su escritorio, ella me mira y sonríe.
—¿Cuál es tu nombre linda?
—Emma, me llamo Emma Giselle Miller
Su rostro parece sorprendido —Vaya, Giselle, es un nombre muy hermoso, mi tía se llamaba Giseldre.
—Lo lamento —digo ante la mención de su tía muerta.
—Tranquila, ya pasaron muchos años —mueve su corto pelo a un lado — Pareces joven, ¿que edad tienes?, me gustaría saber un poco de ti.
Puedo respirar en calma cuando no menciona nada sobre mi trastorno, sino que se interesa por saber de mi primero, eso me gusta, así puedo relajarme para hablar después.
Mi mente viaja rápidamente a 6 años antes
Flashback 6 años antes, 12 años
Entrar a este hospital ya me daba náuseas, es en 4to que mi madre y yo visitamos en un solo mes, en ninguno han podido atenderme o dar con mi caso.
Me preparo mentalmente para lo que viene sabiendo que aún así no podré.
—Cariño... Tienes que hablar, si te quedas callada nunca podremos solucionarlo
—A fin de cuenta no se logrará
Mi madre me miró con una sonrisa triste y nos encaminamos más adentro.
Desde niña he aceptado mi condición, mis ataques de pánico, mi ansiedad y esos demonios internos que me atormentan, simplemente no le veo resultado a ir a unas terapias, siempre dicen lo mismo y me niego hablar cuanod no sé resolvera nada.
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Vidas entrelazadas
Teen FictionPara Emma comenzar su vida como universitaria supone enfrentarse a los consejos negativos de su madre sobre el amor y a perseguir sus sueños Lucas ha vivido toda su vida bajo las decisiones de sus padres, y encontrarse a sí mismo es tan difícil que...