Emma
Un mes después
Entro corriendo por los pasillos de la universidad, sintiendo que ante los ojos de los demás debo parecer una loca que se despertó tarde, y no es tan mentira. Me desperté unos 20 minutos después de la hora de la alarma y ahora tengo que apresurarme a más no poder si deseo saber mi nota.
Han pasado casi dos meses desde que hice mi examen y nos anunciaron que hoy nos darían la nota, pero que debíamos llegar más temprano. Como siempre, yo me retraso y ahora tengo que correr como una loca, con el corazón acelerado y la adrenalina bombeando por mis venas.
Llego a la zona en la que todos los chicos y chicas están amontonados, esperando a que digan las notas por los altavoces. La ansiedad se siente en el aire, mezclada con murmullos nerviosos y risas nerviosas. Veo algunas caras conocidas, pero una resalta entre todas.
Con su pelo blanco bien peinado y hermosamente lacio, Cristen se acerca a mí. Su sonrisa, a pesar de un leve nerviosismo, ilumina el ambiente. Al estar a mi altura, me da un abrazo tierno que me reconforta.
—¡Emma, qué feliz me hace verte! —su entusiasmo es contagioso, tanto que una sonrisa tira de mis labios.
—Lo mismo digo. ¿Cómo has estado?
—Me ha ido bastante bien. Empecé hace dos semanas las terapias con la doctora Larissa y la verdad es que me han ayudado mucho. Me siento mejor desde que he ido estas dos semanas.
—Me alegra saber que te ha ayudado. La verdad es que al principio tememos un poco, pero comprobamos que nos ayuda mucho.
—Realmente lo hace. He notado cómo se ha reflejado en tu avance y por qué te sientes tan segura de ti misma. Te dije que te admiro por eso y lo mantengo.
—El proceso no es sencillo, pero tampoco es imposible. Que lo estés intentando es lo mejor; no te detengas, sigue adelante aunque te caigas.
—Eres un ejemplo, Emma. Gracias por tu ayuda; no sé si me hubiera atrevido a dar ese paso si no me hubieras apoyado.
—Aquí estoy. Y cuéntame, ¿estás nerviosa? —la miro con una sonrisa mientras ella mira cada dos segundos hacia atrás.
—¡Siii! Necesito saber mis notas para estar más tranquila; me da mucha ansiedad la espera.
—Somos dos, pero no te preocupes. Pensé que llegaba tarde, pero veo que no. Además, lo más seguro es que salimos bien.
—Eso espero —suspira mientras espera ansiosamente las notas.
Pasan 10 minutos más y aún no ha llegado nadie que nos diga nada. Muchos de nosotros comenzamos a desesperarnos; algunos casi se van hasta que llega la profesora pidiendo disculpas por el tráfico. Todos esperamos impacientes a que digan nuestros nombres...
El pasillo se convierte en un ambiente cargado de ansiedad: suspiros entrecortados, murmullos nerviosos y lamentos de malas notas se mezclan con gritos felices de quienes ya han recibido buenas noticias.
—¿Cristen? —veo que la pelirroja salta indicando que es ella —¡80,90! Muy buena nota.
Ella sonríe y me hace una señal feliz a la que le devuelvo con otra sonrisa radiante. Mi nombre es uno de los últimos de la lista.
—¿Emma Miller? —grito como respuesta cuando escucho mi nombre —Su nota ha sido una de las más altas de la clase; la felicito, tiene 98,50.
Mi corazón late con fuerza y mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar los aplausos que resuenan a mi alrededor. Siento unas manos cálidas tocando mi cintura y, al girar, veo a mi chico de ojos celestes mirándome con un orgullo que ilumina su rostro.
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Vidas entrelazadas
Teen FictionTrilogía Vidas: #1 Este libro es un romance vainilla súper tierno, pues el cliché de chico popular con la menos popular ha dado un giro en la trama y se ha combinado con la psicología y la sanación de uno mismo acompañado de la persona que te motiva...