Me levanté en cuanto sonó mi alarma. Me puse mis pantuflas y me dirigí al baño. Darme una ducha en la mañana no fue tan mala idea. El sueño desapareció de golpe al entrar en contacto con el agua fría. Salí de mi habitación cuando estuve lista y vestida para irme a trabajar.
Mi ropa era una blusa con botones, tipo camisa y unos vaqueros. Utilicé mis botas blancas favoritas. Desayuné tranquilamente aunque no tenía mucha hambre. Me despedí de Dag que como siempre vino a mí, muy feliz, y —por primera vez en mi vida— me despedí de Liam Noah también. Agarré mis llaves, mi bolso y mi celular.
Tomé un taxi directo a la clínica. Saludé alegremente a todos y entré a mi oficina. Tomé mi lugar en la silla giratoria detrás de la mesa de madera. Encima de la mesa sólo habían libros, una computadora y más libros junto a historiales clínicos de varios pacientes.
Después de una hora esperando sin hacer nada, literalmente, empecé a girar en la silla en la cual me encontraba sentada. Eso me hizo extrañamente feliz.
Definitivamente tienes problemas mentales.
Lo sé, querida. Tan sólo por hablar sola ya sé que tengo problemas mentales.
Escuché la puerta abrirse acompañada por una risa masculina. Paré en seco mecánicamente. Me ajusté las gafas.
—¿Se puede saber qué haces aquí otra vez? —pregunté al chico musculoso parado en la puerta con una sonrisa burlona.
—Hoy me toca consulta. Contigo —se limitó a responder y tomó lugar en el sofá.
—¿Estás dispuesto a hablarme de tus problemas? —quise saber. Mis ojos se iluminaron.
—No.
Puse una mueca de desagrado.
—Sólo estaré aquí. Muy callado.
—Perfecto —comenté.
Así, solos... Me vienen a la mente los pensamientos que tuve ayer. Y nuestro beso —el beso real que yo me atreví a darle— se unía a todo eso. Me levanté de mi silla y me senté en una más cercana al sofá de los pacientes. Crucé las piernas. Lo miré a él. Sus ojos estaban cerrados, pero no se hallaba dormido.
—Hace un poco de calor aquí, ¿verdad? —mencioné, abanicándome con una mano.
Noah sonrió coqueto sin abrir los ojos aún.
—Puedes sentir más calor si así lo prefieres —habló él en tono seductor—. Solamente debes volver a besarme.
—Con gusto. —Sonreí de lado.
Me senté en el sofá con él y lo besé apasionadamente, casi mejor que ayer.
—Espero que este sofá aguante —planteó el boxeador.
Lentamente fui desabrochando cada uno de los botones de mi blusa.
Y así es como terminé revolcándome con él en mi trabajo. En específico, en el sofá de los pacientes, lo suficientemente extenso para nosotros dos.
***
Luego de salir de mi oficina hicimos como si nada hubiera pasado. Las oficinas son insonorizadas, por lo tanto nadie escuchó mis gemidos o jadeos. Tampoco hay cámaras. Nada pasó, aparentemente. Aunque sí ocurrió algo. Salvaje. Y ardiente.
Admite que esa ha sido la mejor experiencia de nuestra vida.
Concuerdo, mi querida conciencia.
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AMOR ALQUILADO√√
RomanceUna psicóloga a la que le faltan unos cuantos tornillos. Un boxeador al que no le gusta luchar. Hay algo mal aquí. Comprar la misma casa y no saberlo está bien jodido, pero vivir juntos y ser completamente extraños lo es aún más. Completamente opues...