NARRA LEO POR LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS CÓMO FUE TODO DESDE SU PERSPECTIVA
Asimilar que tenía dos hijas, un par de gemelas, era bastante difícil. ¿Cómo iba a imaginar que aquella chica con la que estuve hace años estuvo embarazada de mí?
Estaba viendo la prueba de paternidad con mis propios ojos y el resultado era muy claro. Son mis hijas.
—De ahora en adelante, quiero estar presente en todo —informé, conmocionado.
—Escucha, Jefazo. Ehh... ¡Señor Leo! —corrigió con rapidez—. No tienes que estarlo. Si ellas algún día preguntan por su padre, entonces te las presentaré.
¿Y si jamás preguntan?
—Voy a estar presente y no puedes alejarlas de mí ahora que sé esto. —Me crucé de brazos—. Por cierto, me gustó eso de Jefazo.
Sonreí sin despegar los labios.
Salimos del lugar, los hospitales me traen malos recuerdos de mi niñez. Mi auto estaba afuera. Me ofrecí a llevar a la chica al lugar donde vive, sea donde sea.
Cuando llegamos, no podía creer que la había tenido frente a mis ojos por tanto tiempo. Vive cerca de la casa de mi hermano. ¿Cómo es que nunca antes la había visto?
Suspiré pensando en ella y en la primera vez que nos vimos. A Sara la rodeaba un aire de miedo y sufrimiento tan grande que era imposible no darse cuenta.
Ahora, cinco años después, se veía diferente. Más libre, menos terror. La maternidad le hizo bien. El día que la conocí parecía no tener por qué vivir. Creo que fue por eso mi decisión de pagarle a ella para que fingiera ser mi novia.
En las redes sociales fue un escándalo. Nadie sabía quién era aquella misteriosa chica, ni siquiera yo.
No saberlo me obligó a buscarla, aunque después de un tiempo desistí porque, al parecer, ella no quería ser encontrada.
Dejé de buscar y me centré en Liam Noah y en el trabajo. No tenía caso dedicarme también a mi horrible madrastra y a mi padre. No le deseo mal a Susie, pero no veo la hora de que abandone nuestras vidas.
Esa mujer es un demonio.
Lo es, conciencia.
***
Dos años después me encuentro en la sala de estar de la casa que alguna vez perteneció a mis padres, a mi hermano y a mí.
Nadie sabía que tenía hijas. Ellas me tenían mucho cariño y me aceptaron. He estado presente en sus últimos dos cumpleaños y siempre les llevo regalos, cada vez que voy a verlas. Lara y Lana han crecido mucho y desde nuestro primer encuentro, supe que serían lo más hermoso de mi vida.
Volviendo a la realidad, mi cara de aburrimiento es notable. Mi hermano tiene una novia. Me parece rarísimo que yo no lo supiera y que además viven juntos. Eso es sospechoso. Hay algo raro en eso.
Supongo que mi hermano me lo dirá cuando quiera. Él es el único que sabe sobre Sara —que me gusta ella—, aunque no está enterado de que tiene sobrinas.
Liam Noah y su chica se fueron a hacer algo. No escuché a dónde iban.
—Ella es bonita —murmuró mi padre, a modo de aceptación.
—Así es, sin embargo, no estoy segura de que ella sea correcta para ser la esposa. —Mi madrastra se acomodó sobre el sofá—. Parece una hipócrita fingiendo su sonrisa.
—Una hipócrita reconoce a otra, ¿no, Susie? —La miré, cruzándome de brazos.
—¡Leo, no le hables así! —exclamó mi papá en voz baja mientras que la madrastra, a sus espaldas, esbozaba una sonrisa triunfal—. ¡Discúlpate ahora mismo!
—Lo siento, padre, pero no voy a disculparme con esta.... —Mejor no sigo.
—¿Esta qué, Leo? —inquirió la mujer despectivamente.
—¡Hijo, ya basta! —reclamó—. Discúlpalo, mi amor.
Susie realizó un gesto para restarle importancia. Suspiré, irritado. Si no fuera una mujer y mi padre, ya les habría dado una buena golpiza.
Hubo un rato de silencio que agradecí. Por suerte, Liam Noah y Cheryl llegaron minutos más tarde.
Luego de unas semanas, estaba anunciando mi compromiso con Nicole Pritz, la modelo rubia que aborrezco y con la que Susie me obliga a casarme.
Ojalá pudiera huir.
—Si lo haces, cancelaré el compromiso, Leo —habló mi madrastra, entrando a mi habitación al día siguiente.
En el evento pasaron muchas cosas. Mis hijas ya no son un secreto. Nicole lanzó a Sara al agua de la piscina. Cheryl le partió la nariz a mi futuro suegro y estuvo en prisión por unas horas hasta que mi hermano pagó su fianza.
Mi madrastra está frente a mí, con una de esas batas que se pone para intentar seducirme cuando mi padre no está en casa, como hoy.
—Prefiero casarme con Nicole antes que acostarme contigo, enferma —aclaré, el asco era notable.
—Ya me cansé de esperar, Leo.
Se quitó la bata, intentando parecer sexy, cuando lo único que me generaba era asco.
—¡Ya llegué! —La voz de mi padre me salvó.
Mi madrastra me dedicó una última mirada de frustración antes de marcharse con mi papá.
Debería comprarme mi propia casa y escapar de situación de una vez por todas. No aguanto más seguir viviendo con ellos. Después de todo tengo veintisiete años.
Es una buena idea.
Cerré mi puerta con el seguro. Me dirigí a mi escritorio. Encendí el ordenador y comencé a buscar casas y apartamentos a la venta o alquilados. Necesito lo que sea.
Después de una búsqueda de media hora, encontré justo lo que necesitaba. Es una casa bastante grande en el centro de la ciudad.
Me puse en contacto con los dueños y me dijeron que dentro de tres días podría ir a ver.
El tiempo pasó volando. Dentro de la residencia todo era perfecto y digno de mí. Serviría.
El proceso legal comenzó y pude comprar la casa. Los dueños se llevaron los muebles, así que tuve que comprar —a mi propia empresa— algunos electrodomésticos y muebles.
No era necesario hacer renovaciones y esto fue un buen punto a mi favor. Aunque la casa era más cara gracias a eso. Sin embargo, tengo muchísimo dinero, por lo tanto, no me pesa gastarlo.
Cuando la casa estuvo bien amueblada con todo lo que llevaba, Sara y mis hijas fueron las primeras en estar dentro de mi ahora domicilio.
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AMOR ALQUILADO√√
RomantizmUna psicóloga a la que le faltan unos cuantos tornillos. Un boxeador al que no le gusta luchar. Hay algo mal aquí. Comprar la misma casa y no saberlo está bien jodido, pero vivir juntos y ser completamente extraños lo es aún más. Completamente opues...