Al día siguiente cuando di la cara al mundo, Cheryl ya estaba despierta y el desayuno listo. Venía con mi mejor cara de amargado y Dag trotaba feliz junto a mí. Ambos marchábamos hacia la cocina y allí se encontraba la chica, al lado de la pequeña mesa con el desayuno servido. Tostadas y jugo de frutas. Genial. Creo.
Sabes que podrías comer un desayuno tan simple todos los días y más si lo hace ella.
No te equivocas, conciencia mía. Realmente podría acostumbrarme a esto.
—Buenos días, cariño —saludó mi supuesta novia.
—¿Cómo dormiste, amor? —pregunté yo, mirándola a los ojos.
Ella traía puesto un pijama: una blusa rosada con puntos negros y de tirantes y unos shorts a juego. Uno de esos tirantes no estaba en su lugar, por suerte ella no se dió cuenta. El tatuaje de una luna en su cuello llamaba toda mi atención por alguna razón. Ella mucho menos se dió cuenta de que la estaba detallando en mi mente.
—Muy bien, gracias por preguntar —afirmó ella.
Cheryl y yo nos sentamos en la pequeña mesa redonda para desayunar. Después de terminar ella fue a prepararse.
Fregué los platos y cubiertos que habían terminado sucios. Tuve tiempo de alimentar a mi perro y ella aún seguía sin salir. Opté por vestirme rápidamente. Escogí una camisa negra que —seamos sinceros— me quedaba muy bien.
Arreglé las mangas largas de la camisa para acortarlas un poco y así se verían los músculos de mis brazos. Me puse un pantalón negro también y unos zapatos de vestir del mismo color. Ordené mi cabello y lo peiné hacia atrás. Me eché perfume. Y por último sacudí el cuello de la camisa.
Salí y esperé un minuto, ya impaciente por la demora de la chica. Ella salió y se me quedó mirando. Okey, lo que quería con la camisa había funcionado.
Pero ella se veía muchísimo mejor que tú al menos diez mil veces más.
Eso es completamente cierto.
No se maquilló mucho y de igual manera se veía hermosa. Se puso un vestido amarillo con flores negras, además de unas botas negras. El tatuaje y sus hombros estaban al descubierto y esto me pareció muy sensual. Su cabello estaba suelto. No existen palabras para describir lo preciosísima que se veía ante mis ojos.
Salimos de la casa para entrar a mi auto. Obviamente yo conduciría. Ella iba en el asiento del copiloto. El camino hacia una de las mansiones de mi padre debo admitir que fue bastante corto. Cheryl quedó boquiabierta al verlo todo.
A medida que avanzábamos por la casa su expresión era mayor y yo no podía contener una sonrisita de diversión. La guié hasta la sala de reuniones o algo así en la residencia. En el centro de la habitación había una enorme mesa rectangular, alrededor colocaron muebles marrón claro, etcétera.
La madrastra, mi padre y Leo esperaban sentados en esa mesa a nuestra llegada. Cheryl saludó a todos con una sonrisa que pude notar bien fingida. Yo me limité a imitarla. Yo era el que menos quería estar aquí. Incluso odio venir a esta casa.
Me senté en una de las sillas y la chica se sentó a mi lado. Ella fue formal todo el tiempo. Algunos minutos después llegó la comida servida por sirvientes. De toda esa cantidad de comida, Cheryl y yo comimos poco. Ninguno de los dos tenía hambre al parecer. La presencia de Susie daba un aire de tensión y toxicidad al ambiente.
Intenté que nos fuéramos lo más rápido posible y así lo hicimos. La chica y yo subimos a mi auto después de despedirnos. Íbamos a casa hasta que cambié de opinión. Pensé en algo para hacerla feliz y di justo en el clavo. Una librería repleta de libros. Ella miraba a través de la ventanilla de su lado con nerviosismo. Se dió cuenta de que no nos dirigíamos a casa.
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AMOR ALQUILADO√√
RomanceUna psicóloga a la que le faltan unos cuantos tornillos. Un boxeador al que no le gusta luchar. Hay algo mal aquí. Comprar la misma casa y no saberlo está bien jodido, pero vivir juntos y ser completamente extraños lo es aún más. Completamente opues...